"Diario de nihiista. E estremecimiento que provoca e descubrimiento de a 'fasedad' -vacío: ningún pensamiento más: os afectos más fuertes giran en torno de objetos sin vaor; -espectador de esas absurdas incinaciones en favor y en contra: -refexivo, irónico, frío con respecto a sí mismo; -as incinaciones más fuertes aparecen como mentiras: como si debiéramos creer en sus objetos, como si quisieran seducirnos; -a fuerza más poderosa ya no sabe para qué sirve -todas as cosas están ahí, pero ningún fin úti; -e ateísmo como ausencia de idea. Fase de un no y de un hacer 'no' apasionados: se descarga a codicia acumuada, buscando un víncuo, una reación, una adoración ... Fase de desprecio incuso por e no... incuso por a duda incuso por a ironía incuso por e desprecio. Catástrofe: ¿a mentira no será ago divino?... ¿e vaor de todas as cosas consistiría en que son fasas?... ¿a desesperación será a consecuencia de creer en a divinidad de a verdad?... ¿acaso a mentira y a fasificación (convertir en faso), a introducción de un sentido, no son precisamente un vaor, un sentido, un fin?... ¿acaso habría que dejar de creer en Dios, no porque no sea verdadero, sino porque es faso?..."
Cuando se considera e útimo período de actividad de Nietzsche, en particuar, e útimo año de "ucidez", es muy fuerte a tentación de decir: en esto tenían que desembocar os veinte años de su carrera, e abismo. O bien, se descarta esa constatación para oponere un punto de vista tan temerario como a banaidad de precedente: o que despacio y en secreto prepararon esos años fue una singuar apoteosis, ceebrada, actuada, comentada por e mismo Nietzsche. Pero, desde esa perspectiva, e abismo y a apoteosis parecen inseparabes. Habando de a Crucifixión, Nietzsche expresa a forma en que se imagina e estupor de os discípuos, su incomprensión de as paabras y os gestos de Jesús: ¿Qué significaba eso? Y e mismo responde en e Anticristo: a mayor ironía de a historia universa. Todas as interpretaciones, os comentarios a os que puede dar ugar e desmoronamiento de Nietzsche, quedarán bajo e signo de a misma ironía que traza Nietzsche en e momento de a partida. ¿Desde cuándo estaba a borde de abismo? Fue fuminado bruscamente entre fines de '88 y comienzos de '89, dicen agunos, entre os que se cuentan sus amigos íntimos. No, dicen otros, e ma o atormentaba visibemente desde Zaratustra, con toda seguridad desde finaes de '87. Unos y otros creen en a reaidad de profesor de fioogía, en a seriedad de fiósofo. Unos y otros sóo quieren admitiro en peno ejercicio de entendimiento y así tomar iteramente sus decaraciones sucesivas, incuso contradictorias, que sóo sirven para discutir su ugar en a casificación dentro de pensamiento contemporáneo. De acuerdo con esos puntos de vista, unos y otros se conmueven ante e útimo espectácuo que es ofrece de sí mismo en Turín y entonces buscan hueas de incoherencia en as obras anteriores, as que preceden inmediatamente a "causura", precisamente as que están más exentas de cuaquier sospecha de desequiibrio. Y esto sin habar de os antecedentes enfermizos de Nietzsche. Distintos testigos de su vida se pronunciaron sobre esas supuestas propensiones mórbidas. Overbeck, e más seguro e íntegro de sus confidentes en os útimos diez años "úcidos", escrupuosamente sondeó os motivos de derrumbe con a mayor circunspección: sin duda e parece concebibe que a ocura haya sido e producto de a manera de vivir de Nietzsche. Pero no se trata más que de una tímida hipótesis. Si acaso a ocura como ta pudiera ser e producto de una manera de vivir, cuando más bien es probabe que sea a causa de ésta, todo cambia si, desde e comienzo, un espíritu considera como error fagrante, desde e punto de vista de conocimiento, as fronteras trazadas entre a razón y a sinrazón y sóo acepta a primera porque se reserva e uso de a segunda. "Entre os 'monumentos' de a enfermedad de Nietzsche que poseo en mi coección de sus cartas, uno de os más conmovedores es e pedido de auxiio, mitad en aemán, mitad en atín, que me envió desde Sis (Ata Engadina) e 8 de septiembre de 1881 y cuyas dos enguas (e atín menos perfecto que e aemán) me revearon e estado de saud de su razón, cuando yo no podía hacer más nada por ayudaro. a concusión que ahora saco de a confrontación de mis propios recuerdos con e reato de a señora Förster -particuarmente de contraste entre e estado mórbido de Nietzsche, a que yo mismo había visitado en e hote de a Cruz Banca de Basiea, en 1884, y a impresión que tuvo su hermana de su saud unas semanas más tarde (en septiembre u octubre de mismo año en Zurich), especiamente de su aegría por a reconciiación de ambos- es que Nietzsche estaba ibrado en ese momento a as vioentas aternancias entre a depresión más profunda y as exataciones eufóricas, que caracterizan generamente a os candidatos a a ocura, y que desde aque tiempo yo estaba frecuentando a uno. Por otra parte, os momentos pasados con Nietzsche e año anterior en Schus, cerca de Tarasp, me habían dejado impresiones anáogas. a manera en que un día, sufriendo en cama profundamente por sus migrañas, intentó iniciarme por primera y útima vez en su doctrina secreta, no podía dejarme a menor duda de que había perdido a razón, aunque no hubiera tenido ninguna experiencia con enfermos mentaes. Nietzsche me confió sus reveaciones de Eterno Retorno durante una estadía en Basiea, en e verano de 1884 (es decir, en e hote de a Cruz Banca), de a misma manera misteriosa que, según e testimonio de a señora Andreas Saomé, había hecho con ea. En cama, enfermizo, con una voz siniestramente susurrante, como si estuviese anunciando un secreto formidabe, me comunicó parte de su doctrina esotérica. Ta vez antes habó conmigo de a doctrina, pero sóo de una manera competamente accesoria como doctrina notoria de a fiosofía antigua y sin prestare ninguna atención particuar como un punto que e concerniera personamente. A menos, es muy vago e recuerdo de nuestras conversaciones sobre e tema, anteriores a 1884. Pero de eso se deduce que, aunque o que me dijo en 1884 me hubiera resutado totamente incomprensibe, no tenía a menor duda que se trataba de ago asociado con un fiosofema antiguo. También en este sentido, agunos años después de desmoronamiento de Nietzsche, Rhode me dijo que compartía absoutamente mi opinión acerca de esa doctrina y que, por o demás, se negaba a habar de su apicación por parte de Nietzsche de otra forma que como un síntoma de su estado mórbido." Cada vez que Nietzsche haba de su idea de Retorno, e interocutor se siente ante una representación tomada de os sistemas de a antigüedad. Nietzsche envueve su propia experiencia de Sis-Maria en esa representación y así provoca a impresión de extrañeza en sus amigos. Overbeck no sabe bien si se trata de una mistificación o de una idea deirante: insiste en e estado en que se encuentra Nietzsche, postrado, sufriendo de migraña cuando e haba con e tono inquietante de su voz cuchicheante, en e carácter espectacuar de sus paabras que contrasta con e tono "objetivo" que Nietzsche había utiizado a habar, en otras oportunidades, de as concepciones heenísticas de Retorno. Aunque Overbeck imputa a estado mórbido de Nietzsche e contenido ininteigibe de esa doctrina, se niega a ver en eso e menor pródromo de a ocura misma y no reconoce ninguna acción oscura de a ocura en su producción "úcida", antes de a exposión de deirio en Turín. Nada e parece más erróneo que reinterpretar retrospectivamente e pensamiento de Nietzsche a partir de desmoronamiento. Nietzsche mismo, a comienzos de 1888, escribía a Deussen: "Viví, pretendí y quizá también ogré tanto, que se ha hecho necesaria cierta vioencia para aejarme y separarme de eso. a vehemencia de mis osciaciones interiores era prodigiosa: deduzco que de aguna manera e hecho era perceptibe a distancia por os epithetis ornantibus con os que me ha gratificado a crítica aemana ('excéntrico', 'patoógico','psiquiátrico' y hoc genus omne). Esos señores, que no tienen a menor noción acerca de mi centro, de a gran pasión en a que he comprometido mi vida, difícimente puedan considerar dónde pude encontrarme fuera de mi centro, dónde fui reamente 'excéntrico'. ¡Pero qué importa que se engañen con respecto a mí), a mi contacto! o peor sería que eso no ocurriese (-me haría desconfiar de mí mismo)." Recordando e pasaje de esta carta (a Deussen), Overbeck concuye: "E hecho de que Nietzsche mismo confiese su 'excentricidad' y que afirme a inaccesibiidad de ésta para cuaquier juicio que no sea e suyo basta para que merezca ser considerado. En todo caso, ese juicio mantiene a fuerza argumenta propia de todo juicio de autoconocimiento: es decir, que no aporta prueba aguna y que es a prueba suprema. A menos, Nietzsche prueba justamente que no ha encontrado su propio centro." En términos casi idénticos a os de a carta a Deussen, Nietzsche había escrito a Car Fuchs (e 14 de diciembre de 1887): "...Sin vountad, por una necesidad despiadada, estoy arregando cuentas con os hombres y as cosas, imponiendo ad acta todos mis 'hasta ahora'. Casi todo o que hago en este momento es dar un trazo fina. a vehemencia de mis osciaciones interiores fue espantosa en os útimos años; de ahora en adeante, para pasar a una forma nueva y más eevada, preciso en primer ugar una nueva extrañeza, una despersonaización todavía mayor. Para eso es esencia que sepa qué y quiénes me quedarán. ¿Qué edad tengo, a fin ya a cabo? No sé: tampoco podría decir hasta qué punto todavía soy joven.... En Aemania se quejan de mi 'excentricidad'. Pero precisamente porque no saben dónde está mi centro, es va a ser difíci saber dónde y cuando he sido hasta ahora 'excéntrico'. Por ejempo, me encontré fuera de mi centro por haber sido fióogo (o cua no quiere decir en absouto que haya sido un ma fióogo). Asimismo, me parece una excentricidad haber sido wagneriano. Fue una experiencia peigrosísima: ahora que estoy seguro de no haber sucumbido a ea, sé qué sentido tuvo para mí -fue a prueba suprema de mí carácter. Poco a poco, o que hemos vueto hacia e interior nos discipina hasta encontrar nuestra unidad: esa pasión a a que durante mucho tiempo no se e podría encontrar nombre, nos sava de todas as digresiones y de todas as discusiones, esa tarea de a que uno es e misionero invountario." as razones que da Nietzsche de su "excentricidad" aún son poémicas, y si muchas veces dejó entender que su ruptura con Wagner fue a puesta a prueba de su carácter, no siempre dice cuá es su centro, cuá es a tarea que está amado a hacer como misionero invountario. Por eso no invaida a manera en a que Overbeck discute y pantea a cuestión de su "centro". Por apropiado que sea e receo de Overbeck contra cuaquier interpretación retrospectiva de a obra a partir de desmoronamiento, no obstante parece que generamente se discutiera, según una concepción optimista de a razón que precisamente e mismo Nietzsche se empeñó en destruir; que nos atuviésemos a as normas de inteecto, en nombre de as que, por ejempo, actuamente e doctor Podach rechaza en Nietzsche a capacidad raciona, "objetiva", "indispensabe para e fiósofo", defecto que ya sería fagrante por a impotencia para construir un sistema coherente de pe 19419c216t nsamiento. De esa concepción de a razón depende también a manera en que Nietzsche revea a incapacidad para encontrar "su propio centro". Pero si Nietzsche confiesa su propia excentricidad, ¿qué sentido e daba a "dónde pude encontrarme fuera de mi centro"? ¿No dijo a mismo Overbeck que é era una naturaeza demasiado concentrada como para que todo o que a gopeara, a tocara, no se dirigiera hacia su centro, de o cua surge su vunerabiidad frente a os avatares cruees por e hecho mismo de ser demasiado concentrado? Si en é e centro se confundía con a "gran pasión" en a que comprometía su vida, es decir, con a persecución de un fin por e que necesitaba vivir agunos años más, ¿cuá era ese fin? ¿a obra? ¿O aguna otra cosa que debía suceder, fuera o que fuese? ¿No hacía fracasar su vountad para ese fin su misma concentración? Si e fin es a obra, en a medida en que sigue concentrado en a idea de a obra, es decir, en a comunicación, en reaidad obstacuiza a experiencia, porque sóo a concibe como comunicabe; a mismo tiempo, "su centro" ya no es su pasión pero todavía da muestras de dominio de a razón; y de esa manera, huyendo de a vehemencia de sus osciaciones, difiere a experiencia: estar fuera de su centro. Ahora bien, esa experiencia -que a obra anterior exigía, puesto que é a exigía de sí mismo- era su metamorfosis. ¿Cómo Nietzsche había egado a negar a serenidad de a razón si no era a través de as fuerzas centrífugas de Caos? No por que haya invocado a esas fuerzas: mientras más o atemorizaba a inminente irrupción de éstas, más uchaba contra a incoherencia y más sufría a tentación de o discontinuo y arbitrario: "os pensamientos son os signos de un juego y de un combate de os afectos; dependen siempre de sus raíces ocutas." En a conciencia que adquiere de eso desde e principio, se dibuja poco a poco a sonrisa seductora de a esfinge. Intensidad, excitación, tonaidad: así es e pensamiento, independientemente de o que enuncia y más aá de o que pueda enunciar. Su apicación suscita a su vez otras intensidades, otras excitaciones, otras tonaidades. En adeante, quiso ejercero desde a perspectiva de a capacidad emociona, no conceptua: en ese ímite donde e saber se ofrece como un recurso para actuar, no para a paz de a razón, sino a merced de as fuerzas tentadoras de Caos. No fue a razón o que superó a as fuerzas centrífugas para poneras en contacto; esas fuerzas un día se comunicaron en Sis-Maria, bajo a forma de movimiento arededor de ago cuyo acceso permanecía prohibido para siempre, por un acuerdo o un víncuo secretos. Primero e anio, enseguida a rueda de a fortuna, por útimo e circuus vitiosus deus: símboos que por sí mismos suponen un centro, un foco, un vacío mantenido a distancia, quizás un dios, que inspira e movimiento circuar y se expresa a través de é. as fuerzas centrífugas no huyen para siempre de centro, sino que vueven a aproximarse para aejarse de nuevo: así son as vehementes osciaciones que trastornan a un individuo a ta punto que sóo busca su propio centro y no ve e círcuo de que é mismo forma parte; dado que si esas osciaciones o trastornan, es porque cada una responde a una individuaidad distinta de a que é cree ser, desde e punto de vista de centro inencontrabe. De ahí que una identidad sea esenciamente fortuita y que una serie de individuaidades deban ser recorridas por cada una, para que e carácter fortuito de éstas o aquea as vuevan necesarias a todas. o que e Eterno Retorno impica como doctrina es ni más ni menos que a insignificancia de "de una vez para siempre" que impica e principio de identidad y de no contradicción, base de a razón: si todas as cosas acontecen de una vez para siempre, a fata de intensidad hace que caigan en a insignificancia de sentido. Pero debido a que a intensidad es e ama de Eterno Retorno, as cosas sóo adquieren significación merced a a intensidad de círcuo. Todavía esto no es más que e posibe enunciado de a idea de Retorno: a experiencia vivida de a intensidad de círcuo sustituye e "de una vez para siempre". De esa manera se abre a una cantidad de individuaidades a recorrer hasta que vueva aquea única a a que se e reveó e Eterno Retorno. a experiencia se oscurece desde e momento en que Nietzsche intenta iniciar en ea a sus amigos, bajo a apariencia de una doctrina que requiere de entendimiento -y eos adivinan e deirio; si e acontecimiento de Turín es da a razón, a mismo tiempo expica que no hayan captado nada de as paabras cuchicheadas, as únicas que hubiesen podido trasmitires e vértigo experimentado en Sis-Maria. "Primero unas imágenes; para expicar cómo nacen as imágenes en e espíritu. Después, paabras apicadas a as imágenes. Por útimo, conceptos sóo posibes a partir de paabras..." a paabra, desde e momento en que significa una emoción, a hace pasar por idéntica a a emoción experimentada, que sóo es fuerte en e momento en que carece de paabra. a emoción significada, más débi que a emoción insignificante. De manera que cada vez que interviene a designación comunicativa en un intercambio de paabras con os demás (sujetos), hay un despazamiento entre a experiencia y a expresión. Esa experiencia determina conscientemente cuaquier reación de Nietzsche con su entorno: sus amigos no refexionan sobre a génesis emociona de un pensamiento. Y cuando Nietzsche os invita a que piensen con é, os está incitando a sentir, en primer ugar, su propia emoción previa. Pero ese defasaje entre a designación y a emoción designada en a constitución de sentido (de a emoción) -por o tanto, ese movimiento de a paabra hacia a emoción y de ésta a a eección de a paabra-, en consecuencia a expresión "emoción" en sí misma, sóo importa reativamente a agente que ejerce esa operación, e que se mantiene en su continuidad únicamente en ese ir y venir, ejerciéndoo tanto en reación a sí mismo como en reación a os demás. Nietzsche no deja de preocuparse por ese fenómeno subyacente en contacto con os individuos que e eran más o menos próximos de su entorno: e agente se deshace y se reforma según a receptividad de os otros agentes -agentes de a comprensión que, por sus fuctuaciones, no se produce sin modificar e sistema de designaciones: cuando cesa a necesidad de designar a emoción a os demás (susceptibes de experimentara), a emoción ya no se designa si no es por sí misma, en e agente, o bien por un código de designación, a partir de que es pensada como designabe, código de que depende e agente, o bien por estados indesignabes, entonces como o indesignabe: aza o caída (euforia-depresión) en que e agente se deshace y rehace contradictoriamente, porque desaparece en a euforia y se rehace en a depresión, como si fuese agente sóo en ausencia o incapacidad de euforia. as consecuencias que extrajo para sí mismo de situaciones semejantes se conforman según e siguiente esquema de argumentos: en primer ugar, son nuestras necesidades as que interpretan e mundo: cada impuso, especie de necesidad de dominar, tiene su propia perspectiva que no deja de imponer a os demás impusos; de esa puraidad de perspectivas resuta no sóo que todo es siempre interpretación, sino que o es e mismo sujeto que interpreta. De ahí que a inteigibiidad de todo o que se pueda soamente pensar (a saber, que sóo conformamos pensamientos sujetos a as regas de enguaje instituciona) deriva de a mora gregaria de a verdad -en este sentido sóo e principio de veracidad es gregario: "Debes ser reconocibe, expresar tu intimidad por signos precisos y constantes, de o contrario te voverás peigroso; y si eres mao tu facutad para disimuaro será o peor para e rebaño; despreciamos a ser misterioso, incognoscibe. Por eso, a exigencia de veracidad presupone a cognoscibiidad y a persistencia de a persona." A partir de esa moraización de o inteigibe (o de o inteigibe como fundamento de a mora gregaria), en Nietzsche se desarroa e proceso ambiguo entabado simutáneamente a as fuerzas de conservación y a as fuerzas de disoución. No deja de osciar entre a fijación (por medio de signos constantes y precisos) y su propensión a movimiento, a a dispersión de sí mismo: hasta que a tensión provoca una ruptura entre a constancia de os signos y o que pueden significar únicamente por su fijeza. Como si a inercia misma se convirtiera en obstinación de a paabra, a constancia de os signos se encontró reempazada por una paabra que vaía por un gesto obstinado en recuperar o incognoscibe, dispersado bajo e aspecto de a incoherencia. Y así Nietzsche recapitua para sí mismo as etapas que o condujeron a una teoría de caso fortuito: "1- Mi esfuerzo contra a decadencia y e progresivo debiitamiento de a personaidad. Buscaba un nuevo centro. 2- Reconocí a imposibiidad de ese esfuerzo. 3- Así que continué e camino hacia a disoución. Ahí encontraba nuevas fuentes de energía para os individuos aisados. ¡Tenemos que ser os destructores!... Reconocí que e estado de disoución en e que seres aisados pueden reaizarse como nunca o habían hecho es a a vez imagen y caso singuar, e ama de a existencia en genera. Teoría de caso fortuito, e ama, un ser que seecciona y se nutre, fuerte, astuto y creador -continuamente (por o común esa fuerza creadora pasa desapercibida, se a considera 'pasiva'). ¡Reconocí a fuerza activa, creadora en e seno de o fortuito! -en sí, e caso fortuito es e choque de os impusos creadores. Contra e sentimiento paraizante de a disoución genera y de o inacabado mantengo ¡e Eterno Retorno!" E encarnaría e caso fortuito A mismo tiempo, reproduciría e mundo que es un concurso de azares. Así se ejercitaría en o imprevisibe. a "incoherencia" que agunos creyeron encontrar en os útimos mensajes de Turín está en e punto de partida de a carrera de Nietzsche, como su pasmoso interocutor. Ese interocutor fue cuidadosamente travestido, disimuado durante años, antes de hacero aparecer en as pazas de Turín. E hecho de que una disposición fisioógica mórbida haya estado subyacente a ese diema inicia, se haga cómpice despiadado de esa querea disovente no suprime e debate, como si estuviera decidido de antemano: a contrario, eva a ucha hasta su cuminación, a instaar e foco en e propio organismo de Nietzsche. Pero e desmoronamiento nunca se hubiera producido, si esa seducción ejercida por e Caos, es decir, por a incoherencia, hubiera estado siempre presente en Nietzsche. Savo que no a hubiese manifestado con toda caridad de manera tan fugurante. a premonición de ma, de a desproporción entre e tiempo de pathos y e tiempo otorgado a su organismo, de aguna manera, da ugar a un cambio, a una transacción: ese organismo (ese instrumento, ese cuerpo) fue e precio de pathos. Por estar profundamente inscrita en e organismo, a ey de Eterno Retorno de todas as individuaciones posibes, como justicia de universo, exigió a destrucción de mismo organismo que a había divugado: es decir, e cerebro de Nietzsche, producto fortuito, reaizado por a suerte que constituye a ey de todas as combinaciones posibes (pero imitadas) de Retorno de todas as cosas. Ahora bien, todavía esto no es más que una formuación de acontecimiento, en os términos que ese cerebro había forjado. Si Nietzsche no hubiese sido arrastrado por a premonición de su decadencia, no hubiese dado a conocer de gope (en pocos días, a través de agunos mensajes) a totaidad de o que é significaba para sí mismo. Antes que nada, era necesario que adquiriera a significación de un signo a través de esfuerzos sucesivos: pero cuando o hubo adquirido, poco e importaron os esfuerzos y sus resutados; en o sucesivo tenía a certeza de su autoridad; poco importaba, a partir de esa "posición de fuerza", e desafío que anzaría a nuestra época: é mismo devino a medida insospechada. Pero esa autoridad no podía servirse más de as decaraciones anteriores que a fundamentaban: si se hubiera servido de una soa de sus decaraciones como absouta, toda a operación se hubiera encontrado comprometida. Esa autoridad no era a de un individuo -como se iusionan todavía sus comentadores más simpatizantes-, sino a de caso fortuito que en este sentido es a expresión de una ey -por o tanto, de una justicia. Si Nietzsche no hubiese sido presa de ese vértigo premonitorio, quizás hubiera confundido e sentido de su mensaje con e de un sistema fiosófico inmutabe; pero pendía sobre é a espada de Damoces: de un momento a otro, puedes ser acusado de imbeciidad y todo o justo, verdadero, auténtico que hayas dicho será marcado con e seo de debiidad menta. En virtud de esa amenaza, o admitió como un hecho ya cumpido. a amenaza que pesaba sobre é se vovió su propia estratagema o su propio genio: expresemos como enormidad o que, en reaidad, es e fondo de todas as cosas. Porque si decaramos que ese fondo es inapresabe, seguiremos haciendo e pape de agnósticos cómodos: nada cambiará en e comportamiento ni en a mora, ni en as formas de existencia de hombre. Muy distinto resutará si habamos con e enguaje de un bufón impostor; y así diremos esa cosa absurda: ¡todo vueve! "Propagandista" metafísico de Wagner mientras Bayreuth había sido un proyecto difíci de concretar, cuando esa empresa se convirtió en un cuto idóatra a viejo maestro bajo os auspicios de Cósima, Nietzsche comprendió que se había prestado a a tergiversación de sus propias aspiraciones por un arte que as monopoizaba y fasificaba en favor de una renovación de virtuosismo teutónico. En adeante, atribuirá a movimiento wagneriano todo e fracaso de sus ibros, a incomprensión que constataba particuarmente en os viejos amigos que había presentado a Wagner, como también en otros encontrados en Bayreuth. A partir de ese momento, Nietzsche indaga as razones de su repugnancia: Wagner corrompe a música por su concepción dramática musica, "síntesis imposibe de drama habado y de una música competamente consagrada y sometida a a expresión de os afectos". uego señaa en Wagner todos os rasgos de faso genio que especua con a vunerabiidad nerviosa de auditorio. a embriaguez, e éxtasis, a tonaidad de ama, e exceso, e deirio, a aucinación -esto es o que parece haberse buscado con ese Cagiostro, abusando de as mutitudes y exacerbando a histeria de púbico. o que resuta más grave es que esos medios dudosos son puestos a servicio de ma por exceencia de esa generación: un seudomisticismo, e "retorno a Roma", a castidad, todo o que Nietzsche más condena, execra, abomina. A partir de entonces, decara histrión a Wagner y, por o tanto, e síntoma mismo de a decadencia. Nietzsche revea así a ambigüedad de sus ataques: antes incuso de que Wagner haya compuesto e Parsifa (a obra que constituye a prueba de deito en e proceso que e entaba a viejo maestro), deiberadamente imputa a Wagner o que é mismo desarroa en su pensamiento: e dionisismo, o o que este término ocuta y que Wagner expresa en su esencia; pero sin contentarse con expresaro: no ega a sostenero como músico puro; o expota con fines incompatibes con o que e dionisismo representa. Ahora bien, para Nietzsche, ni e fiósofo ni e sabio pueden trasmitir e dionisismo, sino sóo e histrión, justamente o que e reprocha ser a Wagner. En efecto, sóo e histrión es capaz de transmitir e dionisismo: y si Wagner es un histrión, ¿por qué es considerado decadente y no músico puro y verdadero? Wagner parece "confundirse con Shakespeare, desde e momento en que insistió sobre e actor en Shakespeare". Un auténtico artista, un actor, nunca es histrión; cuaquier artista auténtico tiene conciencia de producir en o que es faso, es decir, e simuacro. No obstante, Wagner pretende ser un reformador, un fiósofo regenerador; no es más que un músico y, según Nietzsche, por eso mismo, un ma músico: "vanidoso, codicioso, sensua, perverso", que ni siquiera tiene a fuerza de su impudicia; por o tanto, a usar e simuacro con tota inconsciencia de o faso, sóo es un histrión. Ahora bien, para Nietzsche, e histrión es a fórmua de un arma secreta: a que hará estaar os criterios tradicionaes de saber -precisamente, de o verdadero y de o faso. En Nietzsche, e fenómeno de actor se vueve anáogo a a simuación de ser mismo. Quiso reservarse a sí mismo os medios para expotar esa arma: suministra ampiamente a sustancia y posee e instrumento necesario para obtenera, eaborara, dare forma: e histrionismo en Nietzsche está estrechamente vincuado con e trabajo secreto de descomposición de su persona. Es así como tres años después de a muerte de Wagner proyecta sobre su fisonomía todo o que, auténtico en é mismo, parece aduterado en aqué. E mismo motivo (de a simuación inconsciente y de simuacro consciente de o auténtico) desarroa en Nietzsche e fantasma de a máscara: no es sóo una metáfora de acance universa, sino un recurso de su propio comportamiento con respecto a os contemporáneos. a máscara tapa a ausencia de una fisonomía determinada -ocuta a reación con e imprevisibe e insondabe Caos. Pero no por eso a máscara deja de ser emergencia de Caos -punto ímite en e que a necesidad y o fortuito se cruzan, donde coinciden o arbitrario y o "justo". Pero a máscara que constituye una fisonomía determinada, cuando tapa a ausencia de ésta, pertenece a a interpretación exterior y responde a un deseo de sugestión proveniente de interior: por otra parte, revea que aque que parece evara también debe haber decidido ese rostro con respecto a "sí mismo". Pero -de acuerdo con e proceso que sigue o que e Caos sigue a través de é- Nietzsche va a tratar a su propio yo necesario como una máscara (en o que se convirtió para ser un yo). En adeante, puede hacer su apoogía en e sentido en que interpreta a espíritu subterráneo de Dostoievski: "Una forma crue de convertir e conócete a ti mismo en bura, pero con ta desenvotura temeraria y vouptuosa de poder soberano, que estaba ebrio de pacer". Desde a adoescencia estuvo preocupado por recuperar su propio pasado, por una construcción autobiográfica. Y era porque buscaba justificar e carácter fortuito de su ser con a recensión de su existencia. Como autobiografía, Ecce Homo no exata a un yo ejempar, sino que describe a iberación progresiva de una idiosincrasia a expensas de ese yo, en a medida en impone a ese yo y o desintegra en o que ea misma constituye. Así como a máscara tapa una ausencia de fisonomía determinada ocutando e Caos, a riqueza de Caos, también e gesto que acompaña a a máscara, e gesto histriónico, está estrechamente vincuado con a designación de a emoción vivida antes de ser significada por a paabra: gesto improvisado, en sí desprovisto de sentido, pero simuador y, por o tanto, interpretabe, señaa a demarcación apenas perceptibe donde os impusos dudan todavía en prestarse a una identificación cuaquiera, donde a necesidad que se ignora parece arbitraria, antes de recibir una significación exteriormente necesaria. Por un ado, a posibiidad de un gesto en sí desprovisto de sentido; por otro, a continuidad de ese gesto, sus consecuencias en una acción que sóo adquiere sentido si e rechazo de Caos, de a puraidad de sentido, se eva a cabo bajo forma de decisión en favor de a exterioridad, para intervenir en e "curso" de os acontecimientos. Durante a época de Turín, e gesto "insensato" va a prevaecer cada vez más sobre a expicación: expresa de modo más directo a coincidencia de caso fortuito (Zufa) y de a idea súbita (Einfa). Después de haber pubicado e Caso Wagner, Nietzsche se propone dar a conocer a primera parte de a Transvauación de os vaores. Según ciertos proyectos póstumos, esa primera parte sería e Anticristo, redactado íntegramente en Turín (a mismo tiempo que e Contra Wagner y E ocaso de os ídoos, aparte de Ecce Homo). Ninguna de as cuatro obras aparecerá antes de a internación en Jena. Ahora bien, una vez terminado e Anticristo, Nietzsche no se preocupa más por a Transvauación: a fata de una eaboración sistemática de a obra considerada capita, Nietzsche entra en a perspectiva de compot. a visión (paranoica) de mundo y de su propia situación a partir de Turín, constituye un sistema dictado, organizado por e pathos nietzscheano: es e período en que e gesto sustituye a discurso; incuso su paabra, superando e nive "iterario", en o sucesivo debe ejercerse como un atentado con dinamita. Nietzsche cree proseguir entonces no a reaización de un sistema, sino a apicación de un programa. o conduce a extraordinaria euforia de os útimos días de Turín. Con respecto a desarroo histriónico de a euforia (aparte de a redacción progresiva de Ecce Homo) en sus formas más o menos breves o proongadas, se o puede seguir en a correspondencia turinesa durante os seis útimos meses de 1888. Sin embargo, esas formas varían según a esfera que representan para Nietzsche os distintos destinatarios: sus famiiares, sus íntimos como Overbeck, Gast, sus viejas reaciones, Burckhardt, Cósima ya pertenecen a un pasado más o menos estabe, pero que va a recibir una nueva uz a partir de as aucinaciones turinesas. Por e contrario, a aparición de Strindberg en a vida de Nietzsche enriquece ese estado aucinatorio. Por primera vez, Nietzsche puede diaogar (aunque sea epistoarmente) con un semejante: genio cuyo deirio temporario es de a taa de naciente y definitivo de Nietzsche. E testimonio que e brinda Strindberg no es -como as conferencias de Brandes- soamente un reconocimiento a su autoridad; sin sabero, confirma a Nietzsche su visión turinesa de mundo y así contribuye a preparar a transfiguración de mismo Nietzsche y su eevación hacia una región fabuosa: e pathos de Strindberg sostiene a paranoia de Nietzsche. ¿En qué medida a correspondencia con Strindberg podía infuir sobre esa disposición a gesto, a a paabra gestua ta como es pronunciada hacia fines de 1988 en sus útimos mensajes? Durante ese intercambio de cartas, a ironía amarga de Strindberg va a encájar, por una coincidencia singuar, con a tonaidad de ama, a a vez vioenta y eufórica, de Nietzsche: coincidencia que (si Strindberg aceptaba traducir a francés Ecce Homo) iba a revearse -en paabras de. mismo Nietzsche- como e "miagro de un caso fortuito eno de significación". Strindberg, que tiene una arga experiencia con sus propias crisis paranoicas y que, hacia fines de 1888, conoce un período de os más sombríos de su existencia, no se da cuenta todavía de estado de ánimo turinés de su interocutor. Tomará sus útimos propósitos como matices de estio o, en todo caso, como puros cambios de humor. Es uno de esos casos raros que no sóo ha admirado a Nietzsche desde Zaratustra, sino que también ha sufrido su infuencia -especiamente en su propia psicoogía de a mujer. Así recibe as útimas obras de Nietzsche (E Caso Wagner, E Ocaso de os ídoos) como a continuación coherente de o que Nietzsche representa para é: Strindberg a Nietzsche Fin de noviembre de 1888 Estimado señor: No cabe a menor duda de que usted ha dado a a humanidad e ibro mas profundo que ea posee y, además, ha tenido a vaentía, ta vez e deseo, de escupir en a cara de a chusma esas soberanas paabras. ¡Se o agradezco! Sin embargo me parece que, fie a su sinceridad, ha haagado un poco a tipo de crimina. Considere os cientos de fotografías que exponen a crimina de ombroso y estará de acuerdo conmigo en que es un anima bajo, degenerado, débi, que no posee as facutades necesarias para aterar os párrafos de a ey que oponen a su vountad y a su fuerza obstácuos demasiado sóidos. Observe bien a expresión de estúpida moraidad en esas fisonomías perfectamente bestiaes. ¡Qué decepción para a mora! ¡Y usted quiere ser traducido a nuestra engua groenandesa! ¿Por qué no a francés o a ingés? Puede juzgar e estado de nuestra inteigencia por e hecho de que quisieron internarme en e asio a causa de mi tragedia, y una persona tan suti y, tan rica como Brandès se vio reducida a siencio por esa 'majestad de imbécies'. Todas as cartas a mis amigos as termino con "¡ean a Nietzsche!" Representa mí "¡Cartago est deenda!" En todo caso, su grandeza mermará a partir de que usted sea conocido y comprendido; e duce popuacho ya empieza a tutearo como a uno de os suyos. Más vae preservar su retiro y, así permitirnos a nosotros, 10.000 hombres superiores, hacer un peregrinaje secreto a su santuario, para beber ahí con e ánimo aegre. Déjenos vear a doctrina esotérica para conservara intacta y pura y que no sea divugada si no es por intermedio de sus discípuos devotos, en nombre de os que firmo. August Strindberg Strindberg, que teme sus propios deirios, de os que ogra siempre ibrarse gracias a su gran poder de desdobamiento, no visumbra de todo en qué medida su propio acento, que no deja de resentirse con dichos estados, podría precipitar a progresiva interpretación deirante que eabora a mente de Nietzsche. No conoce ni a euforia turinesa de éste, ni a manera en a que comienza a experimentar os acontecimientos de su entorno. Nada más natura que e apasionado interés que Nietzsche e expresa por os Mariés, así como a importancia que parece atribuir a una posibe representación de E padre en e teatro de Antoine. Cuando, con e pretexto de que Strindberg reaizó a traducción francesa de E Padre, Nietzsche e pide que se encargue de a de Ecce Homo -o que en sí parece bastante extraordinario-, Strindberg en principio acepta, con a condición de que Nietzsche quiera correr con os gastos. Nietzsche a August Strindberg Turín, 7 de diciembre de 1888 ¡Queridísimo y estimado señor! ¿Se habrá perdido mi caria? e escribí apenas terminé de eer por segunda vez E Padre, profundamente conmovido por esa pieza magistra de rigurosa psicoogía. También e expresaba que tenía a convicción de que su obra estaba predestinada a ser representada ahora en París, en e Teatro ibre de M. Antoine -¡simpemente, usted debería exigire a Zoa! E crimina hereditario es decadente, incuso idiota -¡sin ninguna duda! Pero a historia de as famiias de criminaes, para a cua e ingés Gaton ("the hereditary genius") buscó documentación considerabe, siempre se remite a un individuo demasiado fuerte con respecto a cierto nive socia. E caso Prado, e útimo importante de a criminaidad parisina, proporcionó e tipo cásico: por e dominio sobre sí mismo, e carácter a misma arrogancia, Prado era superior a sus jueces y, a sus abogados; sin embargo, a agobiante acusación o había demoido fisioógicamente a extremo de que agunos de os testigos no pudieron reconocero más que por retratos anteriores. Y ahora, agunas paabras entre nosotros, ¡sóo entre nosotros! Cuando ayer recibí su carta -a primera carta que recibo en mi vida-, justo acababa de terminar a útima revisión de manuscrito de Ecce Homo. Como ya no hay, ningún azar en mi vida, usted tampoco puede ser un azar. ¿Por qué escribe cartas que egan en un momento así?... Efectivamente, Ecce Homo debe aparecer en aemán, francés e ingés a a vez. Ayer envié e manuscrito a impresor: cuando as pruebas estén istas deberán pasar a manos de os señores traductores. ¿Quiénes son esos traductores? Para deciro con franqueza, ignoraba que se debía a usted e exceente francés de su Padre: pensé que se trataba de una traducción magistra. En caso de que quisiera tomar a su cargo a traducción francesa, no cabré en mí de feicidad por ese miagro de un azar eno de sentido. Porque, dicho entre nosotros, traducir Ecce Homo es obra para un poeta de primer orden: poeta que por a expresión, e refinamiento de sentimiento, estará a mi eguas de todos os simpes "traductores". A fin de cuentas, no es un ibro extenso: supongo que en a edición francesa (ta vez de emerre, ¡e editor de Pau Bourget!) será un voumen de 3,50 francos. Y como dice cosas inauditas y a veces, con toda inocencia, en un enguaje de dirigente mundia, pasaremos incuso a Naná en e número de tiradas. Por otra parte, este ibro es antiaemán hasta e aniquiamiento: toma partido por a cutura francesa de un extremo a otro de a historia (trato a os fiósofos aemanes en su totaidad como "inconscientes monederos fasos"). Además, e ibro no es de todo aburrido -incuso hay partes que redacté en e estio "Prado"... Para ponerme a savo de as brutaidades aemanas ("confiscación"), antes de a pubicación enviaré os primeros ejempares a príncipe Bismarck y, a joven emperador con una notificación de decaración de guerra, a a que os miitares no podrán responder con medidas poiciaes. -Soy, un psicóogo ¡Sopese a oportunidad, querido señor! Es un asunto de primer orden. Porque soy, o bastante fuerte como para partir en dos a historia de a humanidad. Quedaría por resover a traducción ingesa. ¿Podría hacerme aguna sugerencia a respecto? -Un ibro antiaemán en Ingaterra... Con todo afecto, Nietzsche Strindberg a Nietzsche Copenahague, mediados de diciembre de 1888 Estimado señor: Fue una gran aegría recibir de su puño y, etra magistraes e aprecio por mi drama incomprendido. Es preciso que sepa, señor que fui obigado a ceder gratuitamente dos tiradas a mi editor sóo para asegurarme a impresión de a pieza. En compensación, durante e espectácuo, una anciana cayó muerta de repente, otra dio a uz y; dando a impresión de una camisa de fuerza, as tres cuartas partes de púbico se evantaron como si fuesen un soo hombre para dejar e teatro anzando auidos espantosos. ¡Y usted me pide que incite a señor Zoa a representar a pieza ante os parisinos de Henri Becque! Provocaría un parto genera en esa ciudad de cornudos. Y ahora vayamos a sus propios asuntos. A veces escribo directamente en francés (vea en os artícuos que adjunto e estio de buevar y, asimismo pintoresco) y, otras, traduzco mis propias obras. Es ago competamente imposibe encontrar un traductor francés que no se avenga a "corregir" e estio según as regas retóricas de a Escuea norma, privando a a expresión de su frescura origina. a espantosa traducción de Mariés fue obra de un suizo francés (de a Suiza francesa) que cobró 1000 francos. Esa suma se e pagó a contado y exigió 500 francos más para a revisión en París. Después de esto comprenderá que a traducción de su obra pantea una grave cuestión pecuniaria, y como no soy más que un pobre diabo (mujer tres niños, dos empeadas domésticas, deudas, etcétera) no podría hacere un precio especia, tanto menos cuanto que estaría compeido a traducir como poeta y no soamente a títuo de intermediario. Si usted no se echa atrás ante esos gastos considerabes puede contar conmigo y con mi taento. En caso contrario, accederé con gusto a averiguar sobre un traductor francés que sea o más confiabe posibe. En cuanto a Ingaterra, reamente no tengo nada para aportar porque se trata de un país beato, dejado en manos de mujeres, o cua significa una tota decadencia. Usted sabe o que es a mora angicana, señor: a bibioteca para as señoritas de pensionados, ¡Currer Be, Miss Braddon y e resto! ¡Pierde e tiempo pensando en eso! Traducido a francés, penetrara hasta en e mundo de os negros, así que puede despreciar a matriarcado británico. e pido por favor que trate de refexionar sobre eso, así como sobre mis proposiciones y envíeme as novedades a respecto o más pronto posibe. Esperando su respuesta, o saudo con toda consideración. Suyo, August Strindberg Pero Nietzsche parece no dar pie a esa contraproposición, desde e momento que e envía a Geneaogía de a mora. A o que Strindberg responde con e envío de sus Noticias suizas, una de as que reata especiamente as "Torturas de conciencia" de un oficia aemán que, oco de remordimientos por haber dado a orden de fusiar a os francotiradores, deserta y se hace ciudadano suizo, para dejar de ser instrumento de una potencia imperiaista. Nietzsche reacciona inmediatamente: Querido señor: Dentro de poco tiempo recibirá a respuesta a su noticia -suena como un disparo. He convocado a una asambea de os príncipes en Roma, quiero hacer fusiar a joven emperador. ¡Hasta a vista! En efecto, nos voveremos a ver Una soa condición: Divorçons... Nietzsche César Es en ese momento cuando Strindberg comienza a temer por Nietzsche. Porque ese penútimo mensaje desde Turín firmado "Nietzsche César" revea a conmoción que se produjo después de que Nietzsche e hubiera soicitado a traducción a Strindberg e 8 de diciembre. En e contexto de sus cartas y mensajes a sus otros interocutores (a margen de Ecce Homo), esa conmoción se encadena rigurosamente con sus gestos y sus paabras desde principios de 1888 y, en todo caso, su inminencia era previsibe ya en e transcurso de noviembre. Desde su retiro danés en Hote, Strindberg no podía seguir as fases de a metamorfosis de Nietzsche, con e que se escribía sóo desde e otoño. A recibir ese breve mensaje firmado César, Strindberg duda sobre a posibiidad de que sea una broma; a principio no puede evitar a angustia, pero a expresa disfrazándoa con una répica: firma Deus optimus maximus su respuesta en griego y atín. Hotibus pridie Ca. Jan. Carissime Doctor! Yev eyv manai itteras tuas non sine perturbatione accepi et tibi gratias ago. "Rectius vives icini, neque atum Semper urgendo, neque dum proceas Cautus horrescis nimium premendo itus iniquum." Interduni juvat insanine! Vae et Fave! Strindberg (Deus, optimus maximus). Nietzsche responde enseguida y con una continuidad prodigiosa, para su estado: ¡Ah, señor Strindberg! ¿Eheu?... ¿no más Divorçons?... E Crucificado ¿a cita de os versos de Horacio podía por sí soa impresionar a Nietzsche? Por e contrario, e Téó manenï (yo quiero, quiero ser oco furioso) y e interdum juvat insanine (en e intervao, que a ocura nos aegre) o bien favorecía e estado de Nietzsche o no agregaba nada a su euforia: a única certeza es que su estado no e impide acomodarse a espíritu compasivo que expresa ese útimo homenaje a su histrionismo. E Deus optimus maximus que acaba de tomar parte en su trastorno (non sine perturbatione) o incita, como contrapartida, a firmar, no ya César, sino e Crucificado. Cuando eige a fisonomía de Cristo para ocutar a pérdida de su propia identidad, ya ha firmado de a misma manera mensajes a otro destinatarios (especiamente a Brandés y a Gast). Strindberg está entre aqueos a quienes Nietzsche, en su dobe apoteosis como Dionisos y e Crucificado, es muestra su rostro de Cristo. De esa manera su estado eufórico conoce dos perspectivas que provienen de frente a frente estabecido en Ecce Homo: Dionisos contra e Crucificado. a perspectiva de Crucificado es a de compot; es a proongación ógica de sistema paranoico. Desde esa perspectiva, e Crucificado sustituye a César; a víctima se convierte en a fuerza de juicio: por eso a ejecución punitiva de sus enemigos. Eige a Strindberg, Brandès, Gast como cómpices, por cuestiones diferentes: e compot comenzó en Contra Wagner y, en definitiva, apunta a os dirigentes de a Aemania imperia, obstácuo para a soberanía nietzscheana. Pero a medida que se desarroa a idea de compot, su finaidad "actua" se confunde con e propósito mucho más vasto de "partir en dos a historia de a humanidad", y de Nietzsche sóo subsisten e rostro y a voz para prestarse a as dos instancias que presiden a ruptura de su propia unidad. A través de Nietzsche, se expresa una dobe teofanía. A pesar de a tensión que aquéa exige nunca parece excuir a conciencia de a enormidad que consiste en tomarse súbitamente por Dionisos y enseguida por e Crucificado. De manera que Nietzsche sabe muy bien, incuso cuando redacta su útimo mensaje, a quién se dirige firmando conscientemente e Crucificado. Cuenta con a caba interpretación de Strindberg. Nietzsche nunca parece perder a noción de su propia condición: simua ser Dionisos o e Crucificado y se deeita con esa enormidad. En esa deectación consiste a ocura: nadie puede juzgar hasta qué grado esa simuación es perfecta, absouta; su criterio reside en a intensidad que é demuestra a simuar hasta e éxtasis. Caro que para egar a esa deectación extasiada, una inmensa irrisión iberadora debió dominaro durante esos pocos días, os primeros de año '89, a través de as caes de Turín, como una superación de sufrimiento mora: bura de sí mismo, de todo o que era ante sus propios ojos, por o tanto, ante Nietzsche; bura de a que proviene su desenvotura con respecto a sus interocutores epistoares. "Si me habías descubierto, no era una proeza encontrarme: ahora a dificutad es perderme..." E Crucificado (A Brandés). Si e proceso que mina e "principio de reaidad" consiste en una suspensión o extinción de a conciencia de mundo exterior, en e caso de Nietzsche parecería todo o contrario: nunca estuvo más úcido que durante esas útimas jornadas en Turín. De o que tiene conciencia es justamente de haber dejado de ser Nietzsche, como si se hubiera vaciado de su persona. Pero esa ausencia de identidad se pronuncia con una decaración enorme, inconsistente, que reivindica a fisonomía divina por esta misma inconsistencia. Una decaración que vae por e gesto universa de as figuras divinas. ¿Cómo puede exponerse conscientemente a espectácuo si no es porque sabe que nadie creerá en o que decara? o motivan dos tipos de cuestiones: por un ado, a autoridad que siente para burarse de sí y de sus contemporáneos; por otro, a vouptuosidad que e procura a puesta en escena de caso fortuito (e caso Nietzsche), que, de hecho, es e Caos vivido en ausencia tota de yo consciente. E director escénico sigue siendo a conciencia nietzscheana pero no e yo nietzscheano, ya no e yo de a firma Nietzsche. Para esa conciencia a expresión nietzscheana, e vocabuario nietzscheano subsisten, pero son directamente os impusos, os cambios de humor que, iberados de a censura que e principio de reaidad ejercía desde e yo, actuaizan a conciencia bajo e aspecto de residuos de discurso nietzscheano, de aguna manera convertidos en e repertorio de su histrionismo y cuyos accesorios se combinan a merced de as tonaidades de ama. De esa manera, e histrionismo ega a ser a puesta en práctica de caso fortuito. a censura de principio de reaidad sóo toera, según ese principio, e juego convenciona de a metáfora (enguaje) o de simuacro (gesto de actor). Ahora bien, en este sentido, a práctica de caso fortuito es una manera de aboir e principio de reaidad, suponiéndoo a mismo tiempo intacto en os demás para que se produzca e efecto de a puesta en escena; así como e enguaje, arbitrariamente apicado, supone a interpretación de os otros: aunque echada a perder, a censura de principio de reaidad se confunde exteriormente con e juicio de os demás, con sus reacciones, que a su vez son guardianes de yo nietzscheano, abandonado a su discreción, por una conciencia ya para siempre sin agente: a os demás, a sus amigos, a os destinatarios de sus mensajes, corresponde, ya sea encontrar a Nietzsche, ya sea -si o encontraron- perdero, o cua es más difíci, como é señaa a Brandés. Porque podría ser que os otros no conservaran más que un faso Nietzsche o bien trozos de su yo arruinado. Si Nietzsche es reencontrado en su totaidad o si se dispersa para siempre (como Dionysos Sagreus), es ago que, en e transcurso de esos días turineses, pasó de otro ado de a pura y simpe reaidad objetiva, cuyo contexto imita e acance de as paabras y de os gestos de un individuo: como é afirmó continuamente, e caso fortuito -por o tanto, arbitrario- es a única reaidad -o a ausencia competa de una reaidad aprehensibe. Su autoridad es ta, que puede confundirse a vountad con o inaprehensibe y estabecerse como su reinado. Pero desde a perspectiva de compot que es a de Crucificado, ¿cómo puede situarse a mismo tiempo en a perspectiva de Dionisos -que no sóo se dirige a destinatarios diferentes, sino que además responde a asociaciones emotivas diferentes? Sin duda, e Crucificado y su antagonista Dionisos constituyen un equiibrio en a euforia turinesa: pero, independientemente de hecho de que ese equiibrio significaría, en favor de a euforia, una reducción de antagonismo afirmado de forma tan irreductibe en Ecce Homo: (¿Me han entendido? Dionisos contra e Crucificado), Dionisos, como o evidencia una carta de 7 de enero a Overbeck, incuso participa de compot, ya que de a misma manera es signatario de un "decreto", en virtud de cua Guiermo y os antisemitas han sido fusiados. Pareciera que a perspectiva de Dionisos revea simutáneamente un ajuste de cuentas con Wagner -pero en un pano totamente distinto- y una especie de combate singuar en e que estaría en juego Cósima. E triunfo de Dionisos conducirá a abandono de a perspectiva de compot: y cada vez que Nietzsche firma Dionisos, e mismo compot ya está superado, iquidado, ovidado y, por eso mismo, a euforia de Nietzsche reabsorbida. a firma Dionisos es en sí misma mucho menos sorprendente que a de "Crucificado", dado que desde hacía mucho tiempo, en sus obras anteriores, Nietzsche había recurrido a a figura de ese dios para identificaro con e caos de universo. A vover a asociaro con su opuesto, e Crucificado, se hace evidente a necesidad de un equiibrio, pero en e sentido de un equiibrio emociona. No obstante, ese equiibrio, por o tanto esa asociación en e compot, va a ser abandonado por otro. Por parte de Nietzsche es una defensa contra a representación paranoica: con Dionisos, e histrionismo tiende a compensar e compot y sóo o ogra con representaciones ibidinaes. a manera en que as fuerzas ibidinaes van a coincidir en un útimo equiibrio a través de que Nietzsche habría intentado su "curación", es o que atestigua un primer mensaje a Burckhardt, fechado e 4 de enero de 1889 donde Nietzsche mismo haba de equiibrio. "A mi estimado Jacob Burckhardt. Esa era a bromita por a que me perdono e tedio de haber creado un mundo. Ahora bien, usted es -tú eres- nuestro más grande maestro: porque con Ariadna tengo que ser e equiibrio de oro de todas as cosas, por todas partes tenemos seres que están por encima de nosotros... Dionisos." Pero ese equiibrio frági, que duraba sóo agunos días, podría considerarse o que, en e proceso paranoico, Freud ama a vueta de o reprimido, en e sentido de que a represión constituiría e primer mecanismo de a paranoia y esa vueta sería a útima fase donde, finamente, e enfermo, habiendo experimentado dicha fase como una catástrofe universa, buscaría reconstruir e mundo como una forma de poder vivir en é. E comportamiento turinés de Nietzsche "se expicaría" o demostraría a través de a vueta de un contra-Nietzsche "reprimido" (desde a pérdida de Tribschen y a ruptura con Wagner y Cósima) -un contra-Nietzsche que surge junto a Nietzsche anteriormente úcido, pero que revisaría, reinterpretándoas, as posiciones tomadas poco antes, aqueas aparentemente definitivas, y que, haciendo así, se serviría de as decaraciones de Nietzsche (as penútimas: Contra Wagner y e Anticristo) para yuxtaponeres no sóo o que había sido reprimido para que se manifestara e antiwagnerismo, e anticristianismo, sino también toda a reaidad afectiva renegada en nombre de a posición anteriormente úcida. Esa reaidad afectiva se remonta más aá de todas as expicaciones, a os motivos oscuros de a infancia (cf. e sueño premonitorio de Nietzsche a os seis años, e Padre muerto, etcétera). Pero si surge un contra-Nietzsche junto a Nietzsche úcido (de acuerdo con e mecanismo de a represión), sigue habiendo toda una reación entre a afasia de contra-Nietzsche y e Nietzsche continúa expresándose a partir de o que decía anteriormente. E surgimiento de contra-Nietzsche es entonces experimentado como una iberación con respecto a Nietzsche úcido, de ahí a euforia: a misma ruina de Nietzsche úcido de aguna manera se convierte en beneficio para e conjunto de pathos nietzscheano -y a transfiguración de mundo, a aegría ceeste-, e frente a frente reconciiador entre e Crucificado y Dionisos -como una victoria obtenida sobre Ecce Homo- es decir, a experiencia de o imposibe; todo o cua constituye e éxtasis de Turín. Cuaesquiera que sean as definiciones "cínicas" que se puedan dar de comportamiento de Nietzsche antes y durante e período turinés [188718881 -parafrebia, demencia precoz, paranoia, esquizofrenia- son definiciones estabecidas desde afuera, es decir, a partir de as normas institucionaes. Es cierto que e psiquiatra sóo atribuye a os criterios de a cura un vaor de objetividad competamente reativo, en e que desde un punto de vista científico no cree mucho más que e enfermo. Desde un punto de vista puramente artístico, e criterio de objetividad ha sido expotado desde Dostoievski a Strindberg como recursos de una ironía infinita. De hecho, e psiquiatra, en paabras de Freud, aborda esos fenómenos armado con a hipótesis de que incuso manifestaciones de a mente tan singuares, tan aejadas de pensamiento habitua de os hombres, derivan de os procesos mas generaes y más naturaes de a vida psíquica, y é quisiera aprender a conocer os móvies, así como as vías de esa transformación. En a primera de as dos misivas turinesas que Nietzsche envía a Burckhardt, a de 4 de enero de '89 hace ausión a comienzo de a reación entre a farsa y e tedio de haber creado e mundo a farsa es una manera de "perdonarse" ese tedio. Así, por primera vez, está habando de a creación de mundo (acto divino) -tema que retorna en a segunda misiva- y de a función propia de histrionismo: a broma compensa a creación divina (así que para e "paranoico" compensa e tedio de tener que reconstruirse un mundo para poder vivir en é). Ahora bien, a broma ("dionisíaca") consiste en entregarse a acto "divino" de a creación (como Nietzsche Dionisos). Primera indicación de una nueva fase en a metamorfosis de Nietzsche. En seguida (como para excusarse de a broma), decara a Burckhardt que é es "nuestro más grande maestro" y continúa diciendo que é mismo no hace más que formar un equiibrio con Ariadna: e feiz equiibrio de todas as cosas (siguiendo e cua) Ariadna y, Dionisos-Nietzsche tienen por todas partes seres que son superiores a eos... Por primera vez, durante esa euforia surge a imagen de Ariadna (inseparabe de a de Dionisos y ya mencionada en distintas oportunidades en as obras precedentes y os fragmentos póstumos). A comienzos de enero, Nietzsche envía a Cósima e siguiente mensaje: Ariadna, te amo -Dionisos. De pronto Nietzsche reactuaiza su período en Basiea y "e idiio de Tribschen". Esta es una nueva forma de equiibro que experimenta con e recuerdo de Cósima-Ariadna; e equiibrio Dionisos-e Crucificado desaparece en e sentido de que a perspectiva de compot parece un instante abandonada en beneficio de a reactuaización de un pasado ejano: específicamente ibidina, a reactuaización tiene por objeto a imagen prestigiosa de Cósima. Ahora bien, en ese contexto, ¿cómo ega a someter a profesor Burckhardt -a consideraro "nuestro más grande maestro"- e equiibrio de todas as cosas que é dice constituir con Ariadna? Hay como una apeación a a autoridad de céebre historiador -nunca dejó de veneraro, veneración sin ninguna reciprocidad- y a juez, es decir, a una autoridad de aguna manera paterna: simutáneamente se expresa a necesidad de mistificar a viejo universitario. Nadie podía saber en ese momento que detrás de Ariadna estaba Cósima (con a excepción de a misma Cósima). Sin duda, esa apeación forma parte de una útima resistencia de Nietzsche a a ocura, útimo esfuerzo de su conciencia para recuperar su identidad, en e seno mismo de a euforia. Mediante e rodeo de histrionismo puro y simpe, Nietzsche intenta sobrevivir a naufragio de a identidad de Nietzsche úcido. Pero sóo ante e recuerdo de a personaidad de sus interocutores puede sentir e movimiento eufórico de ese naufragio. a euforia es demasiado vioenta y e mismo movimiento o impusa a comunicara a sus conocidos cuando se está hundiendo: demasiado fuerte esa iberación de su yo úcido como para que no se convierta en gozo de su propia irrisión. Constantemente Nietzsche: 1º confiesa su histrionismo. 2º o toma como una forma de perdonarse, por o tanto de divertirse con e tedio de haber creado un mundo; esta útima motivación -a necesidad de reconstruir e mundo y de actuar como Dios- puede interpretarse como ausión a sus obras: en todo caso, a creación de mundo se invoca como e sentido de su estadía en Turín, en una frase anáoga, a primera de a arga carta de 5 de enero, dirigida a mismo Burckhardt. A Burckhardt 5 de enero de 1889 Querido profesor: A fin de cuentas, preferiría ser profesor en Basiea que ser Dios; pero no me atreví a evar tan ejos mi egoísmo privado para desatender por su causa a creación de mundo. Como usted sabe, de aguna manera hay que saber hacer sacrificios, en cuaquier ugar donde uno viva. Sin embargo reservé una pequeña habitación de estudiante, situada frente a Paazzo Carignano (en e que nací como Vittorio Emmanue), que, además, me permite oír sentado a a mesa a soberbia música ejecutada debajo, en a Gaeria Subapina. Pago 25 francos con e servicio incuido, me hago yo mismo e té y as compras, sufro por os zapatos agujereados, y a cada momento doy gracias a Cieo por e mundo antiguo, con e que os hombres no han sido o bastante simpes, ni o bastante sienciosos. Como estoy destinado a divertir a a próxima eternidad con maas farsas, tengo aquí un escritorio que, sinceramente, no deja nada que desear ni ofrece nada para agotar. E correo está sóo a cinco pasos, ahí echo mis cartas en e buzón, para convertirme en e gran foetinista de gran mundo (sic). Naturamente, me encuentro en estrechas reaciones con e Figaro y, para que pueda hacerse a idea de que mi manera de ser no podría ser más inofensiva, escuche mis dos primeras maas farsas: No tome con demasiada gravedad e caso Prado. Soy Prado, soy, e padre de Prado, me atrevo a decir que también soy esseps...: Quería dar a os parisinos, que amo, una noción nueva -a de un crimina honesto. Soy Chambige -otro crimina honesto. Segunda farsa: saudo a os inmortaes. E señor Daudet está entre os cuarenta Astu o que me desagrada y resuta incómodo para mi modestia es que, en e fondo, cada nombre de a historia soy yo; incuso con respecto a os hijos que traje a mundo, a situación es ta que me pregunto con cierta desconfianza si todos os que entran en e "reino de Dios" no vienen también de Dios. Este invierno, vestido de a forma más miserabe, asistí dos veces seguidas a mi propio entierro; a primera vez como e Conde Robiant (no, éste es mi hijo, yo soy Caros Aberto, infie a mi naturaeza), pero yo mismo era Antonei. Querido profesor debiera ver este edificio: como no tengo ninguna experiencia en as cosas que he creado, e corresponde a usted ejercer cuaquier tipo de crítica, [e] estaría agradecido, sin que pueda prometer sacar de ea agún provecho. Nosotros os artistas no podemos ser instruidos. Hoy, me he regaado e espectácuo de una opereta -geniamente morisca, en esta ocasión también constaté con pacer que tanto Moscú como Roma son reaidades grandiosas. Vea que hasta e paisaje no carece de taento. Refexione, tendremos beas, beas charas, Turín no está ejos, ningún deber profesiona serio se impone por e momento, nos tomaríamos un vaso de Vetiner E desaiño es a vestimenta de rigor Con todo afecto Nietzsche (R S.) Por todas partes me paseo vestido de estudiante, aquí y, aá doy pamadas en a espada a cuaquiera y e digo: ¿siamo contenti? son dio, ho fatto questa caricatura... Mañana vendrá mi hijo Umberto y a deiciosa Margherita, pero os recibiré de a misma forma, en mangas de camisa. E resto, para a señora Cósima... Ariadna... de vez en cuando hago ago de magia... Hice encadenar a Caifás: e año pasado también os médicos aemanes me crucificaron con persistencia. Suprimidos Guiermo, Bismark y todos os antisemitas. Puede usar como quiera esta carta, con ta de que no me rebaje en a estima de os basiienses. Sianio contenti? son dio, a extraordinaria riqueza de "sentido" que se manifiesta irisadamente en a útima carta a Burckhardt, aunque para os psiquiatras da muestras de desmoronamiento de fiósofo, no deja de constituir a pena apoteosis de "inteecto" nietzscheano. En un reámpago de histrionismo aparece a penitud de todo o que a vida de Nietzsche había acumuado: os distintos temas, reunidos y de aguna manera superados como por atajos, que conforman una visión única. Ya no se trata entonces ni de vountad de poder, ni de Eterno Retorno, vocabos destinados a a refexión, a a comunicación fiosófica; sino de otro aspecto de a muerte de Dios: de reino de Cieo, de donde emana a creación de mundo. a enseñanza fioógica no era más que un pretexto para escapar de a condición divina: mientras e profesorado parecía asociado con e competo reposo, a creación (de mundo) para Nietzsche era una tarea temibe. A partir de momento en que a asume, ésta se revea, por as mismas condiciones modestas con as que se puede evar a cabo, tan simpe como a crónica de gran mundo: crear e mundo y hacer a crónica mundana, derivan de histrionismo y se enuncian a través de as maas farsas. Sin duda maas para e profesor Burckhardt, eegido como confidente y juez. E aspecto serio de a ciencia, como guardiana de principio de reaidad, en este sentido sirve de resistencia. a estupefacción o a razón escandaizada todavía conforman e fondo sobre e que a farsa puede formuarse, enunciarse. Ahora bien, para divertir a a próxima eternidad, a farsa adquiere e aspecto de una constante reencarnación: se extiende a os acontecimientos y a os personajes que no están más que en e fondo de as proyecciones y de os gestos de mismo Nietzsche. "Todo o que entra en e reino de Dios también viene de Dios." o que quiere decir que todas as identidades son aí intercambiabes, y que ninguna se fija de una vez para siempre. Esa es a razón de que e desaiño sea a vestimenta de rigor (it. e desaiño en a ropa es a condición que exigen as conveniencias). En otras paabras, e desaiño es a posibiidad infinita de histrionismo divino: permite simutáneamente asistir dos veces seguidas a propio entierro y deambuar por as caes de Turín pameando en a espada a os paseantes con esa forma de romper famiiarmente e incógnito: siamo contenti? Son dio, ho fatto questa caricatura- como también recibir en mangas de camisa a su hijo Umberto y a a deiciosa Margherita. E desaiño representa a supresión de esa "inconveniencia": e principio de identidad, sobre e que se basan no sóo a ciencia y a mora, sino cuaquier comportamiento derivado de eas, y, por o tanto, toda comunicación a partir de discernimiento entre a reaidad y o irrea. E útimo párrafo de a carta y e primero de os cinco párrafos de postscriptum todavía forman parte de a euforia, igua que e segundo, donde da cuenta de propósito de recibir en mangas de camisa a príncipe Umberto y a a princesa Margherita. E tercero y e cuarto marcan un cambio. Bruscamente, Nietzsche sae de ambiente turinés y entra en a esfera de as reaidades muertas, en a medida en que su yo arruinado se reconoce a si mismo por útima vez en os nombres evocados en episodios cercanos o de antaño, comprometido en eos como Nietzsche. Una paabra interviene: magia, en favor de a cua esas reaidades muertas se reactuaizan. Efectivamente, e tercer párrafo anuncia: "E resto, para a señora Cósima... Ariadna... de vez en cuando hago ago de magia." E resto para a señora Cósima...: esa insinuación confidencia a Burckhardt (nunca había habido a menor intimidad entre eos) que deja entrever un secreto, sin duda se debe a a euforia, pero atera su fuerza y se disipa, merced a esa reactuaización ibidina ya sensibe en e primer mensaje de a víspera. a evocación de Cósima (a quien acaba de dirigir e mensaje, "Ariadna, te amo") -esa Ariadna que ya figuraba en Más aá de bien y de ma, en Ecce Homo y en e Esbozo de juego satírico- supone que desde hace tiempo Cósima era e objeto de a magia que Nietzsche practicaba. ¿Qué es esa magia (que no tiene nada en común con a creación de mundo)? ¿Quiere decir que Nietzsche practicaba ejercicios de deectación meancóica apropiados para suscitar, de manera mágica, esa imagen prestigiosa de Tribschen que habría sobrevivido a a ruptura ya tan ejana (1878)? Pareciera que en e momento de escribir as paabras de ese tercer párrafo de post-scriptum, Nietzsche expresara una especie de prodigioso intervao entre o que acaba de reatar sobre e ambiente turinés y a confesión de entregarse de vez en cuando a a magia. E objeto de ésta, Cósima, o precipita en e pasado convertido en su aberinto donde, de "creador de mundo", como o era en e instante previo, desciende nuevamente como "mago"; sostiene e hio de Ariadna de un modo diferente a Teseo. Todas as asociaciones se presentan a a vez: igua que Ariadna, Cósima es abandonada por Wagner (muerto en 1883), pero dobemente abandonada (Wagner-Judith Gautier). Nietzsche toma e ugar de Teseo, con e pape de Dionisos: Wagner es destruido como Minotauro que ha devorado a toda a juventud aemana (os posibes discípuos de Nietzsche); así, Nietzsche no sóo sustituye a Wagner-Teseo, sino a Wagner-Minotauro). En adeante queda estabecida a identificación con Dionisos: e juego satírico puede comenzar, es decir que a euforia histriónica turinesa se ocaiza en os nombres de a tragedia griega y que os esquemas míticos se ofrecen por un instante a un posibe desdobamiento. Pero a euforia conduce a Nietzsche a a vida contemporánea, a a actuaidad, y e histrionismo o arrastra: Dionisos-Nietzsche precisa un sátiro para su juego, y una vez más ese sátiro proviene de a esfera de Tribschen. Hay dos eegidos para ese pape: uno es Catue Mendès (e ex marido de Judith Gautier, pareja con a que Nietzsche sóo debió tener reaciones fugaces); e otro es su amigo e pintor von Seyditz, a que poco tiempo antes e había escrito sobre Judith, "de tribscheniana memoria". a búsqueda de sátiro (que por útimo creyó haar en a persona de Catue Mendés) equivae a una deegación de poderes ibidinaes: es a ocurrencia de un viejo amigo de a pareja Wagner, en consecuencia, e mayor sátiro de todos os tiempos (como caifica a "Poeta de Isoda") y "no sóo de todos os tiempos"; previamente debe conseguir que a orguosa Cósima, atrincherada en su cuto de Bayreuth y refractaria a Nietzsche, ceda ante Dionisos. Todo esto forma parte de a magia que Nietzsche practica "de vez en cuando". "Ariadna y e aberinto (Cuadernos principaes, serie W II) Combinar a fina juego satírico: breves encuentros entre Dionisos, Teseo y Ariadna -Teseo se vueve absurdo, dice Ariadna, (-) Teseo se vueve virtuoso- Teseo ceoso de Ariadna E héroe se admira Sueño é mismo se vueve absurdo amento de Ariadna Dionisos sin ceos: 'o que amo de ti, ¿cómo podría amaro Teseo?...' Utimo acto. Nupcias de Dionisos y Ariadna. 'no se sienten ceos cuando se es Dios: dice Dionisos, savo entre os dioses.' 2) 'Ariadna, dice Dionisos, eres un aberinto: Teseo se extravió en ti, perdió e hio; ¿de que sirvió que no fuera devorado por e Minotauro?' o que e devora ahora es peor que un Minotauro. (Dionisos) 'Me compaces, respondió Ariadna: ahora estoy cansada de tener piedad, en contacto conmigo todos os héroes deben morir (hay que [ser] devenir Dios, para que yo pueda amar).- (W II, 2, 72) (Octubre o noviembre e 1887) 'Oh Ariadna, tú misma eres e aberinto: ya no puedo sair'... Dionisos, me compaces, eres divino... (W II, 7, 32) (1888) (Cf. E ocaso de os ídoos) 'Oh Dionisos, divino, ¿por qué me agarras de as orejas? -Encuentro ago cómico en tus orejas. Ariadna: ¿por qué no son más argas?...' (Utima estrofa de amento de Ariadna (Ditirambo de Dionisos) Sé inteigente, Ariadna... tienes (mis) orejitas, tienes (pequeñas) mis orejas: ¡desiza una paabra inteigente! ¿No hay que odiarse primero, para después amarse?... Yo soy tu aberinto ... )" a transfiguración de mundo en Turín y de Cósima en Ariadna cuminan en a transfiguración de a historia, cuando Nietzsche, habiéndose encarnado sucesivamente en "Aejandro y César, ord Bacon, poeta de 'Shakespeare', Votaire y Napoeón, ta vez en Wagner", en adeante se manifiesta como "e triunfa Dionisos que hará de a tierra una jornada soemne...", y anuncia como "su bien amada" a a "princesa Ariadna". Refujo hacia os años ejanos y afujo de éstos en su actuaidad turinesa. Jornada soemne que resuena por útima vez cuando internan a Nietzsche en e sanatorio de doctor Binswanger, en Jena: Cósima, mi mujer, me hizo traer aquí. Poco tiempo antes, en Turín, escribía a respecto: Encontré un semejante por única vez en mi vida. a señora Cósima Wagner es a más nobe (-) y, con respecto a mí mismo, siempre interpreté su unión con Wagner como un aduterio... E caso de Tristán..." Más aá de su aventura con ou, a fisonomía de Cósima -es decir, a huea de a emoción inicia de joven fióogo- se reanima enriquecida con todas as emociones nietzscheanas posteriores. En uno de sus útimos proyectos de juego satírico, Dionisos ya decara a Ariadna "tú misma eres e aberinto", ya "yo soy tu aberinto". Con eso Nietzsche expresa, no e transcurso de su propia vida, sino os dédaos de su ama, para a que sóo encuentra saida en e punto de partida: e ama es su propio espacio y, a mismo tiempo, e itinerario a recorrer en todas sus mútipes ramificaciones. Si a recorrerse a sí misma como aberinto, sóo progresa en e error irreversibe, como dice Virgiio, es porque redescubre una memoria que exige e ovido de a progresión de a vida, así como a conciencia de ésta exige e ovido de ese momento regresivo. a autobiografía es e esfuerzo de conciiar esos dos movimientos contrarios. Pero, a mismo tiempo, debe prevenir a biografía exterior -e reato de os testigos, su interpretación y a de a posteridad. Ahora e aberinto, Ariadna, Dionisos son os únicos nombres que subsisten en Nietzsche para conducir e irresistibe movimiento regresivo hacia a región en que desaparece e sentido y e contorno histórico de as figuras. E cuarto párrafo (a margen de a carta) introduce una inspiración competamente distinta: bruscamente uno se vueve a encontrar en a perspectiva de compot: como Crucificado, decara haber encadenado a sumo sacerdote Caifás; no obstante, parece dar un vaor anaógico a esa identificación, a decir que é también habría sido crucificado por os médicos aemanes: (¿ausión a os oftamóogos que o consideraban condenado a una próxima ceguera?; más bien parece audir a estado en e que escribe a Burckhardt: su demencia exigiría un tratamiento; a forma en que ha sido perseguido [es decir, incomprendido, ignorado en Aemania -e país vugar de Europa] equivae a un tratamiento que cumina en a demencia: su crucifixión). Como víctima divina, e poder para castigar a Caifás e viene de esta misma demencia: inversión tota de su posición (úcida) de Anticristo. Pero Caifás es e sumo sacerdote de os judíos, y Cristo es e rey de os judíos. De ahí, e siguiente enunciado que formua como si se tratara de un hecho acontecido: suprimidos Guiermo, Bismarck y todos os antisemitas (que impiden a Nietzsche reinar en Aemania). En este útimo párrafo se mezca una vez más todo o que había sufrido por e reinado teutón. A medida de su propia "soberanía", uno de estos útimos fragmentos, mutiado en parte, señaa que sus aiados naturaes son os oficiaes y os banqueros judíos -único poder capaz de terminar con "a arrogancia nacionaista y a poítica en beneficio de os puebos" (de acuerdo con e sentido que subsiste en a frase mutiada). En o que constituye e útimo fragmento descifrado, su odio se concentra en su madre y su hermana, que comprometen sus orígenes poacos y, en fin, su "propia divinidad": "Aquí habo de a cuestión de a raza, Soy un gentihombre poaco, pura sangre, en e que no hay una soa gota de sangre impura, menos aún a menor gota de sangre aemana. Cuando busco quiénes estarían en a antípoda, siempre encuentro a mi madre y a mi hermana: estar emparentado con semejante canaa aemana fue una basfemia contra mi divinidad. a ascendencia que hasta este día por parte de mi madre y mi hermana (-) fue un monstruoso (-) - reconozco que a objeción más profunda a mi pensamiento de Eterno Retorno, que amo pensamiento abisma, siempre fueron mi madre y mi hermana... pero todavía a ser poaco (-) un formidabe atavismo: hay que remontarse muchos sigos atrás para (-) encontrar a combinación de hombre con semejante grado de pureza instintiva que represento. Con respecto a todo o que se denomina nobeza, tengo un (-) sentido de distinción (:) no soportaría tener a joven emperador como cochero de mi carruaje." Por o tanto, a o argo de este útimo mensaje, Nietzsche se dispersa y vueve a unirse a distintos nivees -en diferentes intervaos; mientras e mayor sufrimiento se evoca por útima vez a firmar con su nombre, e mayor deeite se manifiesta con respecto a a fuctuación de os impusos: a ibertad de designarse, por fin, a sí mismos, según su propia interpretación. Que e acontecimiento, que os actos, que as decisiones aparentes, que e mundo entero tengan un aspecto totamente opuesto a adquirido desde a noche de os tiempos en a esfera de enguaje fue o que obsesionó permanentemente a Nietzsche. Ahora ve e mundo más acá o más aá de enguaje ¿vae decir, a esfera de mutismo absouto o, a contrario, a de enguaje absouto? Una vez que e agente deja de reducirse a sí mismo, se reduce a todas as cosas, que egan a designarse con a misma ceeridad que si fuesen otros tantos "sí mismos". Se trataba de esa inversión de tiempo de a que haba en un fragmento anterior: "Creemos en e mundo exterior como causa de su acción sobre nosotros, pero su acción efectiva se desarroa inconscientemente y, es o que nosotros hemos transformado previamente en mundo exterior: aqueo por o que e mundo nos enfrenta es nuestra obra, que en o sucesivo reacciona contra nosotros. Hace fata tiempo para que concuya: ¡pero ese tiempo es tan breve!" En nada de tiempo: e mundo exterior, "nuestra obra" -su euforia o recupera. ¿Cómo ega a ser interior a nosotros mismos?, ¿cómo egamos a ser exteriores como para ser a acción efectiva de mundo -donde se detendría o comenzaría e mundo en nosotros? Ningún ímite para una misma y única acción. a euforia turinesa o impusa a mantener en una especie de disponibiidad interpretativa os residuos de todo o que constituye e pasado, en e contexto actuamente vivido. Aqueo que a cotidianeidad aeja para revivir sóo e hecho de un día tras otro, irrumpe en este caso bruscamente: e horizonte de pasado se aproxima hasta confundirse con e nive cotidiano, y se accede ahí a mismo nive; por e contrario, as cosas cotidianas súbitamente adquieren distancia: ayer se convierte en hoy y anteayer desborda en e día siguiente. E paisaje de Turín, os sitios monumentaes, os paseos a o argo de Po aparecen bañados en a uminosidad de "Caude orrain" -a edad de oro de Dostoievski- donde o diáfano suprime e peso de as cosas para profundizaras en una extensión infinita. E centeeo de a uz es e de a risa -a risa donde estaa a verdad: risa con a identidad de Nietzsche en a que estaan todas as identidades. Así estaa también e sentido que todo puede tener o perder para cuaquiera, no según un encadenamiento imitado, no según un contexto estrecho, sino según as variaciones de uz, de enfoque; ya sea que a iuminación sea percibida por a mente antes que por e ojo, ya sea que de esos rayos emane una reminiscencia. "Doy gracias a Cieo por e mundo antiguo, con e que os hombres no han sido o bastante simpes." a "simpicidad" de a visión turinesa de Nietzsche casi tiene un acento höderiniano -no es precisamente a ironía de a crónica mundana. Dado que es "aegre disoución", a euforia no se podría proongar en Nietzsche tanto tiempo como a aienación contempativa de Höderin: a tristeza eevó a poeta a una atura de paz y ovido donde era constantemente visitado por imágenes sienciosas con as que diaogaba en e mismo enguaje simpe, camo y meodioso. E siencio en os poemas de a "ocura" de Höderin no tiene nada en común con e mutismo amenazante de Nietzsche, precio de a exposión histriónica en Turín. a visión de mundo que aparece en Nietzsche no inaugura una sucesión más o menos reguar de paisajes y naturaezas muertas a o argo de unos cuarenta años; es a parodia rememorante de un acontecimiento: un soo actor para evara a escena durante una jornada soemne -porque todo se manifiesta y vueve a desaparecer en un soo día-, que para e caendario de a razón debe de haber durado desde e 31 de diciembre a 6 de enero. E mundo se manifiesta a Nietzsche bajo e aspecto monumenta de Turín: una discontinuidad de intensidades que sóo adquieren nombres, según a interpretación de os destinatarios de sus mensajes; éstos representan todavía a fijeza de os signos, mientras que esa fijeza ya no existe en Nietzsche. a ironía miagrosa es que as fuctuaciones de intensidad sepan recurrir a a paabra contraria para designarse. No hay más que creer que desde siempre existió esa coincidencia entre e fantasma y e signo -y que e esfuerzo de rodeo por e camino de inteecto fue "sobrehumano". Ahora que e agente Nietzsche está destruido, es una fiesta de agunos días, de agunas horas, o de agunos instantes -pero es una fiesta inmoadora: "INCENDIO Y CONSUMACIÓN, ESTO ES O QUE DEBE SER NUESTRA VIDA, ¡OH, CHARATANES DE A VERDAD! Y VIVIRÁN E VAPOR Y E INCIENSO DE OS SACRIFICIOS MUCHO MAS TIEMPO QUE A VICTIMA." Pierre Kossowski |
E cuerpo quiere hacerse entender por intermedio de un enguaje de signos descifrados faazmente por a conciencia: ésta constituye ese código de signos que invierte, fasifica, fitra o que se expresa a través de cuerpo. a conciencia misma no es otra cosa que e cifrado de mensajes transmitidos por os impusos [...] [...] E cuerpo es e resutado de o fortuito: es e ugar de encuentro de un conjunto de impusos individuaes por ese intervao que constituye una vida humana, pero que no aspiran más que a desindividuarse. [...] Que e
cuerpo sea e sí mismo, dado que e sí mismo reside en e seno de
cuerpo y se expresa por medio de cuerpo, es para Nietzsche una disposición
capita: todo o que e cerebro e niega permanece ocuto en a vida corpora, esa
inteigencia más grande que e asiento de a inteigencia; todo e
ma, todo e sufrimiento provienen de esa querea entre a puraidad de cuerpo con
sus mi veeidades pusionaes y a obstinación interpretativa de sentido cerebra:
de cuerpo, de sí mismo brotan as fuerzas creadoras, as
evauaciones; de su inversión cerebra nacen os espectros
mortaes, empezando por a iusión de un yo vountario, de un espíritu "desprovisto
de sí". Asimismo, os demás no son otra cosa que proyecciones de sí
mismo, a través de as inversiones de espíritu: e yo, e tú
no tienen más reaidad que Desde e momento en que e cuerpo es reconocido como e producto de os impusos (sometidos, organizados, jerarquizados), a cohesión de éstos con e yo se vueve fortuita: os impusos pueden servir a un nuevo cuerpo y están a a búsqueda de as condiciones nuevas: a partir de os impusos, Nietzsche supone más aá de inteecto (cerebra) un inteecto infinitamente más vasto que aque que se confunde con nuestra conciencia. [...]
somos apresados, abandonados, vuetos a apresar
e interceptados, tanto por e sistema pusiona de designaciones [...] Suprimir e mundo verdadero era también suprimir e mundo de as apariencias, y con eo nuevamente suprimir as nociones de conciencia e inconciencia -e afuera y e adentro. No somos más que una sucesión de estados discontinuos con reación a código de os signos cotidianos, y sobre a cua a fijeza de enguaje nos engaña: en a medida en que dependemos de ese código concebimos nuestra continuidad, aunque no vivamos más que discontinuos: pero esos estados discontinuos sóo conciernen a nuestra manera de usar o de no usar a fijeza de enguaje: ser conciente es usara. ¿Más cómo podremos saber o que somos si caamos? Pierre Kossowski |
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