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CONTEXTOS DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

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CONTEXTOS DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

Dos son los periodos que representan la filosofía medieval: la Patrística y la Escolástica. Agustín de Hipona y Tomás de Aquino son, respectivamente, los autores que culminan ambos periodos.



Contexto histórico, cultural y filosófico de la Patrística

Pasó el cristianismo de ser una religión perseguida en sus orígenes a convertirse en la religión del imperio romano. En un primer momento, los cristianos tuvieron que resignarse ante las persecuciones políticas y los ataques de los intelectuales de la época (Marco Aurelio o Juliano los acusaban de intolerantes y sectarios). Los primeros cristianos menospreciaban todo lo mundano, enfatizando religiosamente la cercanía del reino de Dios y sin prestar mucha atención 17217i822r a los problemas filosóficos. Es la etapa de los Padres apostólicos, en los dos primeros siglos de nuestra era. Cuando las persecuciones aumentaron, los llamados Padres apologetas intentaron preservar sus derechos como ciudadanos romanos. En defensa de su fe y con la intención de propagarse, asimilaron la cultura greco-romana para hacer razonables sus propuestas. Así, San Justino, martirizado en Roma en el año 165, valora la filosofía griega por su carácter de "revelación" previa a la venida de Cristo y destaca, por ejemplo, la santidad de filósofos como Sócrates, mártir griego de la verdad.

A partir del siglo III fechamos la aparición de los llamados Padres de la Iglesia (hasta el siglo VIII), formando dos grupos diferenciados: el oriental o alejandrino (en lengua griega: Orígenes, Clemente...) y el occidental (en lengua latina: San Agustín, Tertuliano...). En el año 313 se promulga el edicto de Milán, por el que Constantino el Grande hacía oficial la libertad de culto y permitía a los cristianos la posesión de bienes. En el 380, el emperador Teodosio convierte el cristianismo en religión oficial y empieza a perseguirse el paganismo. A su muerte es irreversible la caída del Imperio (que en el 395 queda definitivamente dividido) bajo la presión de los bárbaros.

La vida de San Agustín (354-430) transcurre entre estos últimos acontecimientos. El saqueo de Roma en el 410 por Alarico le empujó a escribir La ciudad de Dios, obra apologética contra quienes culpaban de la desgracia de Roma a la cristianización del Imperio.

Alejandría será el centro cultural más destacado de todo este periodo, con su famosa biblioteca y la dedicación a las ciencias de entonces: la astronomía con Ptolomeo, la medicina con Galeno, la matemática con Nicómaco o la Historia con Plinio.

Contexto histórico y sociocultural de la Escolástica

El momento culminante de la Escolática hay que situarlo en el siglo XIII. Santo Tomás (1225-1274) pertenece a esta época (conocida como Baja Edad Media, que abarca desde la mitad del siglo XI hasta finales del siglo XV). Es un momento importante en la política medieval, donde comienzan a esbozarse los Estados de la Europa moderna coincidiendo con el fortalecimiento y centralización del poder real frente a los poderes feudales (el clero y la nobleza), provocando la escisión y la crisis en la unidad del imperio. Durante este siglo y parte del siguiente el papado (desde Inocencio III a Bonifacio VIII) intentará, sin éxito, recuperar la hegemonía teocrática de una cristiandad políticamente dividida entre emperadores de un imperio fragmentado (Federico I y II en Alemania), monarquías de naciones independientes (Castilla, Aragón, Francia, Inglaterra...) y una Iglesia que perdía progresivamente su poder centralizador.

Las ciudades gozan, en la época, de gran prosperidad, reapareciendo una vida urbana tras siglos de dispersión rural. Crecen bajo la seguridad de enclaves fortificados y con políticas dispares. Progresa en ellas el intercambio comercial de excedentes agrícolas, se estabiliza el uso de la moneda (se crea la banca y las letras de cambio) y se consolidan las organizaciones artesanales o gremios. Son muchos los campesinos y comerciantes burgueses los que se enriquecen, generando nuevas diferencias sociales y conflictos de intereses.

Tomás de Aquino vive esta época de litigios políticos y sociales, aunque no sin problemas. Sus ideas e influencias filosóficas fueron consideradas subversivas en algunos ambientes universitarios, como el de París. Fue en Nápoles donde conoció la filosofía aristotélica. De ella extrae la idea de que el hombre es un animal político y social por naturaleza. Los cambios políticos en torno a las ciudades del final de la Edad Media sorprenden a un Tomás de Aquino que busca el fundamento de la sociedad y su origen en una ley natural (que establezca condiciones de igualdad orientadas al bien común y la paz entre los miembros de la sociedad), fiel reflejo de la ley divina y eterna que representa el Dios cristiano. Sto. Tomás prefiere la monarquía como forma del gobierno terrenal: el rey tiene que ser en su reino lo mismo que el alma en el cuerpo y que Dios en el mundo; por eso hay que reclamarle las virtudes indispensables para su cargo.

Desde el siglo IX los estudiosos se congregaban en el entorno de los monasterios y las catedrales (de estilo gótico: París, Chartres, Reims, Colonia, Burgos, Toledo...), que se convirtieron en centros de formación científica y cultural. Se fundaron así las escuelas monacales transmitiendo un conocimiento basado en las Escrituras y la cultura greco-latina. Paralelamente surgieron las escuelas catedralicias y , por escasez de recursos, la educación acabó unificándose en las grandes ciudades con las Universidades, a las que acudía el clero secular y regular de todas las órdenes (franciscanos y dominicos) y de todas las provincias. La enseñanza se impartía en latín y se estructuraba en grados: bachiller, licenciado, maestro y doctor. La Universidad se convierte así en centro del desarrollo cultural urbano, espacios de encuentro, controversia y formación de gentes de todos los lugares. Las primeras fueron la de Bolonia (1119, aunque sólo como centro de estudios jurídicos), París (1150, con estudios, ya sí, de Teología y Filosofía), Oxford (1168), Cambrigde (1209), Palencia (1208), Salamanca (1218), Nápoles (1224), Valencia (1245)... Tanto la corona como el papado las fomentan por su interés político y como instrumento de poder al servicio de la Iglesia. En este ambiente surge la Escolástica (de scholas, "escuelas eclesiásticas"), cuyos métodos centraron la atención universitaria: impartían sus enseñanzas alternando clases magistrales o lecciones (lectio) y discusiones (disputatio). En estas últimas el maestro mantenía un debate con los alumnos, se proponían tesis, y a continuación se examinaban todos los posibles argumentos a favor y en contra. Y se enseñaban las siete disciplinas que constituían las artes liberales: el trivium (gramática, lógica y retórica) y el cuadrivium (geometría, aritmética, música y astronomía), como preparación a las facultades de Filosofía, Derecho, Medicina y Teología.

Estamos ante la época del conocimiento ordenado, del orden medieval. Así era el hombre del momento, no un soñador o un pensador errante, sino un organizador, un codificador y un constructor de sistemas, donde era imprescindible distinguir, definir y catalogar. Hasta la guerra estaba formalizada por la heráldica y las reglas de caballería. O la pasión sexual por un elaborado código del amor. Y la filosofía por una lógica dialéctica que estructuraba la especulación (hasta casi asfixiarla). No gustaba más a los medievales que clasificar y ordenar. Tomás de Aquino vive y participa de este auge cultural de las Universidades. La estructura de sus lecciones y argumentos evidencia esa pasión por el orden que comentábamos.

Contexto filosófico de la Escolástica

La relevancia que la razón tiene para Tomás de Aquino revela un interés por superar las antiguas polémicas sobre el tema más importante de la filosofía de la Edad Media: las prioridades entre razón y fe. Distinguir las verdades de la primera de las verdades de la segunda era fundamental en la filosofía del aquinate. Para ello había que superar el estrecho margen que ofrecía la filosofía neoplatónica (San Agustín) en los principales asuntos del pensamiento cristiano. Por eso la introducción de la filosofía aristotélica en el universo escolástico enriqueció al saber de la época, tan anquilosado en los últimos siglos.

En este sentido, uno de los factores más importantes del desarrollo del pensamiento del XIII fue el prolífico contacto de los habitantes de Europa occidental con árabes y judíos. En Europa poco se conocía de los griegos en esta época tras las invasiones bárbaras: se conocía a Platón (y no muy bien), pero no a Aristóteles. En cambio, los árabes y judíos sí estaban familiarizados con la filosofía del peripatético y se interpretaba de la mano de Averroes, Avicena o Maimónides. El contacto de los filósofos cristianos con la filosofía de Aristóteles a través de estos hermeneutas (gracias a las cruzadas, gracias también a la Escuela de Traductores de Toledo o gracias a los hábiles y locuaces médicos árabes en las cortes de príncipes cristianos) fue inminente. Santo Tomás lo conoció por estos autores e incluso polemizó con ellos antes de que llegase la condena formal del averroísmo.


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