E concepto de verdad

E concepto de verdad

«a verdad ha sido siempre panteada como esencia, como Dios, como instancia suprema... Pero a vountad de verdad tiene necesidad de una crítica. Definamos así nuestra tarea -hay que intentar de una vez poner en duda e vaor de a verdad»[xii]. En este sentido Kant es e útimo de os fiósofos cásicos: nunca pone en duda e vaor de a verdad, ni as razones de nuestra sumisión a o verdadero. A 525l116f este respecto es tan dogmático como os demás. Ninguno de eos pregunta: ¿quién busca a verdad?, es decir, ¿qué quiere e que busca a verdad? ¿cuá es su tipo, su vountad de poder? Intentemos comprender a naturaeza de esta insuficiencia de a fiosofía. Todo e mundo sabe que, de hecho, e hombre raramente busca a verdad. nuestros intereses, y también nuestra estupidez, nos aejan más que nuestros errores de o verdadero. Pero os fiósofos pretenden que e pensamiento, en tanto que pensamiento, busca a verdad, que ama «por derecho» a verdad, que quiere «por derecho» a verdad. A estabecer una reación de derecho entre e pensamiento y a verdad, a reacionar así a vountad de un pensador puro a a verdad, a fiosofía evita reacionar a verdad con una vountad concreta que sería a suya, con un tipo de fuerzas, con una cuaidad de a vountad de poder. Nietzsche acepta e probema en e terreno en que está panteado: para é no se trata de poner en duda a vountad de verdad, no se trata de recordar una vez más que os hombres, de hecho, no aman a verdad. Nietzsche pregunta qué significa a verdad como concepto, qué fuerzas y qué vountad cuaificadas presupone por derecho este concepto. Nietzsche no critica as fasas pretensiones de a verdad, sino a verdad en sí y como idea. De acuerdo con e concepto de Nietzsche, hay que dramatizar e concepto de verdad. «a vountad de verdad, que todavía nos inducirá a muchas aventuras peigrosas, esta famosa veracidad de a que todos os fiósofos han habado siempre con tanto respeto, ¡cuántos probemas nos ha causado!... ¿Qué es o que en nosotros quiere haar a verdad? De hecho, nos hemos retrasado mucho ante e probema de origen de este querer, y finamente nos hemos encontrado competamente parados ante un probema aún más fundamenta. Admitiendo que queremos a verdad, ¿por qué no a no-verdad? ¿o a incertidumbre? ¿o incuso a ignorancia?... Y, ¿será posibe? nos parece, en definitiva, que e probema no había sido panteado hasta ahora, que somos os primeros en vero, en percibiro, en atrevemos con é...»[xiii].

E concepto de verdad cuaifica un mundo como verídico. Incuso en a ciencia de a verdad de os fenómenos forma un «mundo» distinto de de os fenómenos. Y un mundo verídico supone un hombre verídico a que se dirige como a su centro[xiv]. ¿Quién es este hombre verídico, qué quiere? Primera hipótesis: quiere no ser engañado, no dejarse engañar. Porque «ser engañado es perjudicia, peigroso, nefasto». Pero semejante hipótesis supone que e propio mundo sea ya verídico. Ya que en un mundo radicamente faso, o que es nefasto, peigroso y perjudicia es a vountad de no dejarse engañar. De hecho, a vountad de verdad ha debido formarse «a pesar de peigro y de a inutiidad de a verdad a cuaquier precio». Queda aún otra hipótesis: quiero a verdad significa no quiero engañar, y «no quiero engañar incuye como caso particuar, no quiero engañarme a mí mismo»[xv]. Si aguien quiere a verdad no es en nombre de o que es e mundo, sino en nombre de o que e mundo no es. Sabemos que «a vida tiende a confundir, a engañar, a disimuar, a desumbrar, a cegar». Pero e que quiere a verdad quiere en primer ugar depreciar este eevado poder de o faso: hace de a vida un «error», de este mundo una «apariencia». Opone pues e conocimiento a a viera, opone a mundo otro mundo, un utra-mundo, precisamente a mundo verídico. E mundo verídico no es separabe de esta vountad, vountad de tratar este mundo como apariencia. A partir de aquí, a oposición entre e conocimiento y a vida, a distinción de os mundos, revean su verdadero carácter: es una distinción de origen mora, una oposición de origen mora. E hombre que no quiere engañar quiere un mundo mejor y una vida mejor; todas sus razones para no engañar son razones moraes. Y siempre tropezamos con e virtuismo de que quiere a verdad: una de sus ocupaciones favoritas es a distribución de cupas, hace responsabe, niega a inocencia, acusa y juzga a vida, denuncia a apariencia. «Me he dado cuenta de que en toda a fiosofía as intenciones moraes (o inmoraes) forman e verdadero germen de donde nace toda a panta... No creo pues en a existencia de un instinto de conocimiento que sería e padre de a fiosofía»[xvi]. Sin embargo esta oposición mora no es más que un síntoma. E que quiere otro mundo, otra vida, quiere ago más profundo: «a vida contra a vida»[xvii]. Quiere que a vida se haga virtuosa, que se corrija y corrija a apariencia, que sirva de paso a otro mundo. Quiere que a vida reniegue de sí misma y se vueva contra sí misma: «Tentativa de usar a fuerza para agotar a fuerza»[xviii]. Tras a oposición mora, se perfia pues una contradicción de otra case, a contradicción reigiosa o ascética.

De a posición especuativa a a oposición mora, de a oposición mora a a contradicción ascética... Pero a su vez a contradicción ascética es un síntoma que debe ser interpretado. ¿Qué quiere e hombre de idea ascético? E que reniega de a vida es también e que quiere una vida disminuida, su vida degenerada y disminuida, a conservación de su tipo, más aún, e poder y e triunfo de su tipo, e triunfo de as fuerzas reactivas y su contagio. En este punto as fuerzas reactivas descubren a aiado inquietante que as conduce a a victoria: e nihiismo, a vountad de a nada[xix]. Es a vountad de a nada a que sóo soporta a vida bajo su forma reactiva. Ea es quien utiiza as fuerzas reactivas como medio por e que a vida debe contradecirse, negarse, aniquiarse. a vountad de a nada es quien, desde e principio, anima todos os vaores amados «superiores» a a vida. Y he aquí e más grave error de Schopenhauer, creyó que a vountad se negaba en os vaores superiores a a vida. De hecho, no es a vountad a que se niega en os vaores superiores, son os vaores superiores os que se reacionan con una vountad de negar, de aniquiar a vida. Esta vountad de negar define «e vaor» de os vaores superiores. Su arma: hacer pasar a a vida bajo a dominación de as fuerzas reactivas, de ta forma que a vida ruede cada vez más ejos, separada de o que puede, haciéndose cada vez más pequeña... «hasta a nada, hasta e punzante sentimiento de su nada»[xx]. a vountad de a nada y as fuerzas reactivas, éstos son os dos eementos constituyentes de idea ascético.

De esta forma a interpretación a medida que se hace más profunda descubre tres espesores: e conocimiento, a mora y a reigión; a verdad, e bien y o divino como vaores superiores para a vida. os tres se encadenan: e idea ascético es e tercer momento pero también e sentido y e vaor de os otros dos. Se puede pues jugar a repartir as esferas de infuencia, incuso puede oponerse cada momento a os restantes. Refinamiento que no compromete a nadie, e idea ascético se encuentra siempre ocupando todas as esferas en un estado más o menos condensado. ¿Quién puede pensar que e conocimiento, a ciencia, e incuso a ciencia de ibrepensador, «a verdad a todo precio», comprometen a idea ascético? «A partir de momento en que e espíritu se pone a trabajar con seriedad, energía y probidad, prescinde absoutamente de idea ... : a menos que quiera a verdad, Pero esta vountad, este resto de idea, si me quiere hacer caso, es e propio idea ascético bajo su forma más severa, más espirituaizada, más puramente esotérica, más despojada de cuaquier envotorio externo»[xxi].