El brillo de la poesía: Escuela de Salamanca - Fray Luis de León; Escuela de Sevilla - Herrera
El
brillo de la poesía. La segunda mitad
tendencias nuevas en la poesía española.
Durante
el reinado de Felipe II, en la segunda mitad
mentalidad que en la poesía cuaja principalmente en la orientación hacia la temática religiosa y en
la intención moralizante. Se trata de la poesía ascética y mística, la cual expresa el afán de lograr,
mediante la oración y el sacrificio, la perfección espiritual. De esa manera, el alma se prepara
para recibir los dones de Dios y para unirse después con Él.
La sensualidad pagana del Renacimiento, característica de Garcilaso de la Vega, Hurtado
de
Mendoza, Figueroa o Cetina, pasa al segundo
son
reemplazados por abstraciones o símbolos, marcando la proyección
entrañable
intimidad, o la atormentada elevación
embargo, siguen utilizándose los recursos que Garcilaso había introducido en las letras hispanas,
lo mismo que los recursos mitológicos.
A
partir de la segunda mitad
evolución de la poesía se comprueban dos orientaciones cada vez más claras y acentuadas, que
cuajan en las Escuelas de Salamanca y de Sevilla. Ambas contribuyen al creciente esplendor de
la lírica española.
Escuela
de Salamanca (castellana):Fray Luis de León y el concepto religioso
Renacimiento. Ésa produce una poesía profunda, meditativa, de contenido religioso en las más de
las
veces, que, sin renunciar a las conquistas petrarquistas de la primera mitad
la economía depurada de la forma, y la simplificación de los elementos ornamentales de la
expresión poética. Todas esas características de la poesía española mística y ascética llegarán, en
el s. XVII, hasta los hermanos Argensola.
Fray Luis de León (1557-1591), primer representante de alto valor de esa escuela, es
fraile agustino y catedrático en la Universidad de Salamanca. Además de escribir prosa, hace con
gran
exactitud y sentido de lo
Nombres de Cristo, La Perfecta casada, etc.
La obra de Fray Luis: Renacimiento y cristianismo. Fray Luis escribió en prosa y en
verso, pero debe su fama a su obra lírica. Concedía poca importancia a sus poemas (que solía
llamar "obrecillas"), pero actualmente ésos son sus obras más valoradas.
Sus escasos poemas, que no obstante le sitúan entre los más valiosos poetas castellanos
de
todos los tiempos, tienen
en
materia bíblica, el amplio conocimiento de la literatura griega y
y las hondas meditaciones espirituales infunden a su temperamento poético dones aparte,
haciendo más intensos sus poemas líricos, sus estancias y canciones en que la naturaleza, lo
mismo que el amor y la amistad, se intuyen con una emoción intelectual influida por el
neoplatonicismo
de la época,
La estrofa más utilizada por el poeta es la lira, que le permite desarrollar su lenguaje
basado en la claridad, la armonía y la dulzura. Destacan entre esos poemas Oda a la vida retirada,
Noche serena y Oda a Francisco Salinas.
Para Fray Luis, la poesía es un don divino que Dios le inspira al alma para que su espíritu
le alce al hombre al cielo de donde ella procede, ya que la poesía no es sino la revelación de lo
celeste
y divino. Ese concepto de origen platónico adquiere en ese autor el sentido
profundo
éxtasis
místico,
"El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
la música estremada
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida".
Al
son de la música, divina
llegando a ser conciente de su origen, y restablece su comunicación con Dios. La poesía, por
tanto, viene de Dios y lleva a Dios. Por ello, el poeta tiene el deber de velar sobre esa cosa tan
preciada que le infunde la fe de que es una criatura divina.
Los
temas de Fray Luis son numerosos, tradicionales y clásicos,
vida retirada, predominantemente religiosos (Ascensión del Señor) o patrióticos (Profecía del
místicas:
La morada
los paisajes, la vida, las pasiones.
Entre
sus poesías que tratan
Dios
destacan Vida retirada, que nos presenta la naturaleza
de la contemplación de una noche estrellada; y la ya citada Oda a Francisco Salinas, que refleja la
elevación espiritual a través de la música.
Es Fray Luis también un gran poeta místico. Traduce el Cantar de los Cantares para que
Isabel
Osorio, monja
clandestina que circuló fue el principal cargo contra su autor.
Algo más tarde, publica las dos obras en prosa que le granjean la fama: La perfecta
Casada (de tema vecino con la poesía y dedicado a doña María Varela Osorio, el escrito habla en
pocas páginas y con mucha sencillez de los deberes de la mujer casada, siendo una fina y muy
popular
paráfrasis
Ésa
última obra (aunque empezada en la cárcel y continuada en
sereno, equilibrado y armonioso) tiene más substancia y ambiciones más altas. Tres hombres
piadosos, Sabino, Curiano y Marcelo, hablan (sus diálogos son de índole platonicista), en una
finca
de a orillas
Rey, Esposo, Vástago, etc.
Desde la descripción de la finca (que abre el libro) hasta el último diálogo, la prosa es
lenta y grave, elegante, serena, ritmada, con ricas y sutiles frases líricas amplias, dando fe de que
el poeta conoce profundamente el idioma e intuye su armonía y musicalidad, de que tiene el gusto
y el
profundo y educado placer
Profundo conocedor de la literatura grecolatina, preeminente traductor de los idiomas
clásicos,
enamorado
de su época, Fray Luis alza la prosa española a las cumbres de la perfección. Y ello gracias tanto
a la
madurez y la belleza
Su pensamiento místico tiene la doble calidad de la elevación moral y de la viva
influencia
escuela de Alejandría es patente).
El estilo depurado. El propio Fray Luis formula en sólo tres palabras el ideal estético al
que aspira: claridad, armonía y dulzura, cualidades que únicamente se consiguen mediante la
selección:
Dicen que no hablo en romance porque no hablo desatadamente y sin orden, y porque
pongo en las palabras concierto y las escojo y les doy su lugar, porque piensan que hablar
romance
es hablar
negocio
de particular juicio, ansí en lo que se dice
que de las palabras que todos hablan elige las que convienen y mira el sonido dellas, y aun cuenta
a veces las letras, y las pesa y las mide y las compone para que no solamente digan con claridad
lo que se pretende decir, sino también con armonía y dulzura.
Escuela de Sevilla (andaluza): Fernando de Herrera y la épica culta. Promoviendo un
lirismo insistentemente orientado hacia el mundo exterior, esa Escuela, que alcanza una alta
maestría retórica, tiende cada vez más al enriquecimiento de la forma, y encuentra sus temas en el
marco
teológico
hasta
deshumanizando los temas más vinculados a los raíces terrestres
muerte, la vida, en general.
Frente a la Escuela castellana, la andaluza destaca por su mayor preocupación por el
brillo formal, la riqueza suntuosa de las metáforas, la lengua espléndorosa, el estilo ampuloso y la
agudeza rebuscada de la expresión.
Su
punto de partida está en la obra
aristocrático
en la lírica, admirable ejemplo de lenguaje suntuoso, y continúa con la obra
sevillano Fernandoo de Herrera, para alcanzar la culta fastuosidad del Barroco en el granadino
Góngora.
El más valioso representante de la misma en la época prebarroca es el sevillano Fernando
de Herrera (1534-1597). Entre él y Góngora, con el cual esa Escuela alcanza su clímax, hay toda
una pléyade de poetas, entre ellos los epígonos de Góngora. Herrera es un erudito y poeta que
dedica devotamente su vida a la actividad literaria. Lleva una vida banal, salvo su pasión nunca
correspondida por doña Leonor de Milán, Condesa de Gelves. A ella le dedica Herrera numerosos
poemas en la que la llama "luz y estrella de su existencia", en fórmulas que ponen de evidencia su
culto a Petrarca y Ausiàs March, la influencia de la lírica grecolatina y del Renacimiento italiano,
cuya lírica conocía profundamente.
Gran parte de su obra poética se perdió, pero se conserva un escaso número de canciones
y odas, entre ellas las más famosas siendo las consagradas A la victoria de Lepanto y A la pérdida
preponderantemente patriótica, de su fe católica, de sus frases grandilocuentes y de la gran
riqueza
de tropos que
promotor y entusiasta defensor fue.
Su anhelo fundamental es infundir más elevación y dignidad a los problemas de la lírica y
mayor elegancia a la forma, basándose en el profundo conocimiento de las lenguas clásicas
(Píndaro, Horacio) y en el amplio conocimiento de las modernas, en primer lugar el italiano, lo
mismo que en el conocimiento de la poesía y las literaturas orientales. En sus poemas, hace
audazmente uso de neologismos y arcaísmos, de complicadas metáforas y juegos estilísticos, con
una virtuosidad de maestro y una pasión de humanista. Así su poesía mantiene una elegancia
segura y un vigor especial, aunque a veces es artificiosa y fría.
Herrera no sólo se interesa en los experimentos formales renovadores de su obra poética,
sino es también un teórico que expone los principios de la nueva modalidad poética, aplicados en
su lírica, en la edición comentada de la obra de Garcilaso de la Vega, que se publica en 1570. Su
obra tiene en España la importancia que la Escuela de Ronsard tiene en Francia, pues puede ser
considerado un precursor de Góngora, por lo menos en la misma medida en que Juan de Mena es
considerado un precursor suyo.
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