La oración es una unidad gramatical
Se denomina oración a la unidad lingüística dotada de significación, que no pertenece a otra unidad lingüística superior.
El fonema es una unidad lingüística, pero se integra en otra unidad, la palabra, para poder funcionar; p, l, u, m, a forman la unidad pluma,a la cual pertenecen. La palabra pluma, a su vez, no comunica nada: es sólo el nombre de objetos que todos conocemos. Para comunicar ,ha de combinarse con otras palabras para constituir una unidad superior: la oración. La combinación Mi pluma no funciona está formada por otras unidades (mi, pluma, no, funciona) que pertenecen a ella, que la constituyen. Pero la oración, como unidad, constituye un todo, dotado de significaicón, que no pertenecen a otra unidad lingüística superior: Mi pluma no funciona.
No obstante, una reciente rama de la Lingüística, llamada Gramática del Texto, intenta analizar unidades superiores./
Toda oración constituye una unidad estructural: sus componentes están interrelacionados, formando una estructura mediante el desempeño de funciones mutuas que iremos repasando.
La oración comunica un sentido completo; si no, no es oración. Si dividimos la secuencia ¡Qué película más divertida he visto!, en tres trozos (¡Qué película / más divertida / he visto!), tales trozos podr n tener sentido, pero no será completo: no sirven par comunicar nada.
Tengamos en cuenta que, al hablar, algunos elementos de la oración pueden ser omitidos, aunque no están ausentes de la conciencia de quien habla y de quien escucha. Si, en clase, un alumno dice a otro: El bolígrafo, este entenderá, por ejemplo: Préstame el bolígrafo. Si la comunicación se realiza, El bolígrafo será una oración porque tendrá sentido completo. Aunque se omitan elementos tan importantes como el predicado (presta) y el complemento indirecto (me).
Como vemos, lo que decimos (El bolígrafo) cuenta a veces con menos elementos o funciones que lo que pensamos. (Préstame el bolígrafo.)
En lo pensado, la oración se presenta con todas las palabras y con todas las relaciones perfectamente claras. Si veo que Luis hace algo que no debe, y lo reprende diciéndolo sólo ¡Luis!, tenemos que distinguir en esta oración dos niveles o estructuras:
lo que pienso: "Luis, no debes hacer eso."
lo que digo: ¡Luis!
Llamamos al primer nivel (lo pensado) estructura profunda de la oración; y al segundo (lo dicho o escrito efectivamente) estructura superficial. La estructura profunda y la superficial pueden coincidir, pero, a veces, hay grandes diferencias entre ellas.
A una misma estructura profunda pueden corresponder varias estructuras superficiales
Así sucede, en efecto. Consideremos una oración cuyas estructuras superficial y profunda coincidan:
Yo espero a Pepita en la plaza.
Hay varias maneras de decir esto mismo al hablar o al escribir:
Espero a Pepita en la plaza. /Con supresion de yo./
La espero en la plaza. /Sustituyendo, además, Pepita por la./
En la plaza la espero. /Inviertiendo, además, el orden./ Etc.
Son, como vemos, tres oraciones con la misma estructura profunda que Yo espero a Pepita en la plaza. Se diferencian sólo en la estructura superficial; y esas diferencias las explica la Gramática diciendo que se han producido al aplicar transformaciones distintas (supresiones, cambios de orden, pronominalizaciones, etc.) a una determinada estructura profunda.
Una misma estructura superficial puede corresponder a distintas estructuras profundas
Es el caso contrario. Así, una oración como Me ha alegrado la elección de Luisa posee dos significados diferentes, que corresponden a dos estructuras profundas también diferentes:a) Luisa ha sido elegida y ello me ha alegrado.b) Luisa ha realizado una elección, la cual me ha alegrado.
Aquella oración es, pues, ambigua. Este es un caso muy frecuente de ambigüedad:cuando dos (o más) estructuras profundas se manifiestan con una misma estructura superficial.
En su estructura profunda, toda oración (O) está constituida por dos sintagmas fundamentales: un sintagma nominal (SN) y un sintagma verbal(SV) o predicativo.
Recordemos que sintagma es la unidad inferior a la oración. Está consituido por dos o más elementos (monemas) que mantienen entre sí una cohesión especial, la cual les proporciona cierta autonomía frente a otros sintagmas de la misma oración. Así, la oración /Muchos pájaros anidan en los árboles/ puede ser dividida en dos sintagmas:
Muchos pájaros / anidan en los árboles.
/El segundo puede subdividirse a su vez en sintagmas menores que aquí no interesan./
Llamamos sintagma nominal al que contiene, como núcleo, un nombre (muchos pájaros); y sintagma verbal al que se ordena en torno a un verbo (anidan en los árboles).
Repetimos que toda oración (O) en su estructura profunda, consta de un SN y de un SV. De tal modo que, al construir oraciones, aplicamos la siguiente regla:o->sn+s
La flecha significa "rescríbase". Es, efectivamente, una regla de rescritura. Llamamos reglas de rescritura a las que ordenan los elementos que han de combinarse en la estructura profunda. (En cambio, las que ordenan cómo ha de pasarse de la estructura profunda a la superficial, mediante transformaciones, las denominamos reglas transformacionales o transformatorias.)
La regla O SN + SV se lee así: si se desea construir una oración, rescríbase un sintagma nominal seguido de un sintagma verbal. Puede representarse mediante un árbol gráfico:
El niño sonrió
SN y SV son los dos constituyentes inmediatos de la oración: la constituyen inmediatamente, es decir, sin necesidad o mediación de otros elementos. Son, respectivamente, lo que la Gramática tradicional llama sujeto y predicado, funciones que definiremos así:
Predicado es el SV que es constituyente inmediato de la oración (O).
En la estructura profunda, SN precede siempre a SV.
Hay, con todo, un tipo de oraciones, las impersonales (llueve, anocheció, etc.), cuya construcción no obedece a esta regla, porque carecen del SN sujeto.
Desde el punto de vista semántico, el sujeto es un SN a propósito del cual se afirma, se niega, se pregunta, se exclama, se duda o se desea algo. Y el predicado es un SV con el que se afirma, se niega, se pregunta, se exclama, se duda o se desea algo del SN, o con el que se le ordena alguna cosa.
Desde ese punto de vista semántico, es decir según su significado, las oraciones pueden ser:
enunciativas: comunican que algo sucede, ha sucedido o sucederá, bien afirmándolo (enunciativas afirmativas: Ya llueve), bien negándolo (enunciativas negativas: Ya no llueve);
interrogativas; pueden ser directas (¿Cómo te llamas?), o indirectas (Quisiera saber tu nombre);
imperativas o exhortativas: Callaos. / Venga conmigo.
exclamativas: ¡Qué horror! / ¡Vaya broma!
optativas o desiderativas (expresan un deseo): ¡Ojalá acertemos!
Al hablar (es decir, en su estructura superficial), las oraciones han de acomodarse a una línea melódica especial, que permite entenderlas. Esa línea melódica se denomina entonación, y la forman los sucesivos tonos con que emitimos los sonidos que se suceden en la oración.
/Recordemos que tono es la cualidad que recibe el sonido según que las cuerdas vocales estén tensas (tono agudo) o flojas (tono grave)./
Podemos imaginar los diversos tipos de entonación que existen en español como "moldes musicales", en los que tenemos que encajar la oración para que adquiera su significado definitivo. He aquí ejemplos de tres tipos importantes de entonación: los que corresponden a las oraciones enunciativas, interrogativas y exclamativas (está lloviendo; ¿está lloviendo?; ¡está lloviendo!).
Si trazamos una línea de puntos para indicar el tono normal, es decir, sin apreciables subidas o bajadas de tono, la oración enunciativa sigue esta entonación:
El nombre es el núcleo del SN. Dotado de sus accidentes de género y número, aparece en la estructura profunda precedido de un determinante (artículo, demostrativo, posesivo, etc.: Unas nubes aparecieron de pronto.), que no siempre se manifiesta en la estructura superficial (Aparecieron nubes de pronto.).
Sintácticamente, el nombre (cualquier nombre: común, propio, abstracto, concreto, individual, colectivo, etc.) se caracteriza porque siempre puede ser sujeto de una oración. Así, los nombres ventana, actor y Luis son sujetos en las siguientes oraciones:
Esa ventana da al patio.
El actor fue muy aplaudido.
Luis no me hizo caso.
Pero, además de la función de sujeto, los nombres pueden desempeñar otras funciones, como veremos.
Adyacentes del nombre
Dos son, pues, los constituyentes fundamentales del SN: el nombre (núcleo) y el bdeterminante.
Pero, además, puede llevar (no necesariamente) otros términos adyacentes, es decir, unidos al nombre y dependientes de él, que lo complementan.observamos estas oraciones:
Esa ventana pequeña da al patio.
El célebre actor fue muy aplaudido.
Los adjetivos pequeña y célebre complementan los significados respectivos de ventana y actor. Son términos adyacentes al nombre, y por tanto, forman parte de los sintagmas nominales Esa ventana pequeña y El célebre actor. Vemos, pues, cómo un SN puede estar constituido, en la estructura superficial, por un nombre acompañado de un determinante y de adjetivo (término adyacente).
Pero no sólo un adjetivo puede funcionar como término adyacente. También puede hacerlo una oración de relativo.
La película / que me recomendaste / me aburrió.
El pantano, / que estaba lleno, / se ha desbordado.
Por desempeñr una función semejante a la de los adjetivos, las oraciones de relativo se llaman también oraciones adjetivas.
/Muchas veces, una oración de relativo puede ser sustituida por un adjetivo, y viceversa:
La estrella que brilla tanto es Venus.
Esa estrella tan brillante es Venus.
A veces, también funciona como adyacente de un nombre otro nombre unido al núcleo por una preposición:
Sabe tocar varios instrumentos de viento.
El café sin azúcar no me gusta.
De viento y sin azúcar son sintagmas preposicionales (S Prep), y están constiuidos por un nombre precedido de preposición.
Por último, es posible que un nombre funcione como adyacente de otro nombre-núcleo, sin necesidad de preposición:
El viento hombrón la persigue. (García Lorca)
Se ha comprado un sillón Renacimiento.
El profesor Vázquez continúa enfermo.
Llevaba un vestido rosa.
Lisboa, capital de Portugal, está a orillas del Tajo.
De esos nombres complementarios, se dice que están en aposición; son nombres adyacentes apuestos.
Recapitulemos: el sintagma nominal está constituido por un determinante y por un nombre. Pero el nombre, en la estructura superficial, puede ir acompañado de los siguientes términos adyacentes:
- adjetivo - sintagma preposicional
- oración adjetiva - otro nombre en aposición
Los más importantes son los adjetivos y las oraciones adjetivas.
El SN puede funcionar como
sujeto: El tren ha llegado a su hora.
atributo: Su hermana es enfermera.
vocativo: ¿Puede atendernos, camarero?
complemento directo: Lean otra vez ese párrafo.
Pero ya hemos visto que el nombre puede ir precedido de preposición, constituyendo un sintagma preposicional (S Prep). Y entonces, el S Prep puede desempeñar también la función de complemento directo, y otras funciones:
complemento directo de un verbo: El chico no vio a sus padres.
complemento indirecto de un verbo: Entrega esta carta al portero.
complemento circunstancial de un verbo: Te espero en la esquina.
complemento de un adjetivo: Está loca de alegría.
/En esta enumeración de funciones no consideramos los nombres en aposición./
El SN puede producir efectos de estilo: proporciona recursos para que el hablante o el escritor se expresen, es decir, manifiesten los movimientos de su ánimo. Vamos a examinar algunos de ellos.
Posición del SN respecto del SV
En la estructura profunda, el SN precede siempre al SV: Esa mosca nos está molestando. Pero, mediante una transformación, puede invertirse el orden de esos elementos en la estructura superficial: Nos está molestando esa mosca.
Es esta una cuestión dificilísima de la Gramática: la de explicar el orden de los sintagmas en la oración, y el orden de las palabras dentro del sintagma.
Los tipos de posición del SN, respecto del SV, más frecuentes en español son los siguientes:
ordenación "lógica", es decir, ajustada a la estructura profunda (SN + SV):
Esta mosca nos está molestando.
ordenación invertida, anteponiendo el SV porque interesa al hablante anticipar la acción expresada por el verbo:
¡Nos está molestando esa mosca!
Hoy, se ha lucido el árbitro.
rítmica, basada en motivos musicales; es frecuente en la poesía que las palabras de más relieve ocupen posiciones en que pueden recibir los acentos principales:
Penden tal vez más densos los follajes.
/En este verso, Jorge Guillén adelanta el verbo penden porque le interesa comenzar con una sílaba tónica, produciendo un intenso efecto expresivo que desaparecería si se antepusiera el SN: Los follajes tal vez más densos penden o Los follajes penden tal vez más densos./
impulsiva adelantando también el SV porque es la acción lo que importa recalcar, como resultado de un sentimiento vehemente:
¡Que responda tu hermano antes que tú!
En todos estos ejemplos, el SN desempeña la función de sujeto. Pero las altercaciones de orden se producen igualmente, y por los mismos motivos, con los sintagmas nominales y preposicionales que desempeñan otras funciones:
ordenación lógica:
No le digas eso a tu padre.Tus gafas no están en la mesilla.
invertida:
Al otro lado del río están construyendo una fábrica.
En la habitación no había nada.
- rítmica:
¡A poco supo aquello!
¡Alamos del amor que ayer tuvisteisde ruiseñores vuestras ramas llenas!
¡A tu padre no le digas eso!
¡En la mesilla no están tus gafas!
En la estructura profunda, los determinantes van siempre delante del nombre (estos chicos; mis hijos). Pero algunos pueden posponerse por razones expresivas (¡nunca el artículo!):¡Qué chicos estos!Hijos míos,.
Un papel cualquiera.
No tienes razón alguna.
Los alumnos todos asistieron a clase.
De sus orejas le salían pelos abundantes.
No habría dinero bastante en el mundo para comprarlo.
Los restantes términos adyacentes del nombre, que normalmente siguen a este, se le anteponen por las razones que ya conocemos:
Del salón en el ángulo oscuro (Bécquer).
Sin azúcar, el café no me gusta.
Capital de España, Madrid va resultando inhabitable.
Aún conserva de su juventud la belleza.
Resulta imposible generalizar a próposito de estas inversiones: en cada caso, obedecen a motivaciones distintas, bien psicológicas, bien rítmicas.
Omisión de elementos en el SN
Como ya sabemos, el nombre propio (salvo ciertos topónimos: El Escorial, los Pirineos, etc.) sepresenta superficialmente sin artículo. En cambio, el nombre común necesita un determinante para poder funcionar (no podemos decir *Pez nada, sino El (/ este / mi / todo, etc.) pez nada). Sin embargo, a veces se presenta el SN sin determinante:
En proverbios y refranes:
Obras son amores, que no buenas razones. La omisión contribuye a dar cáracter sentencioso a ese mensaje.
En series de nombres:
Madre e hija piensan igual.
Con algunos nombres colectivos seguidos de un complemento preposicional:
Había infinidad de mosquitos.
En el lenguaje periodístico y publicitario:
Se vende coche.
Barco apresado en el Atlántico. Hay para ello razones de economía idiomática; y se logra hacer más chocante la expresión.
Con nombres plurales:
Cazaremos perdices.
Se ven barcos en el horizonte. La omisión hace que se sienta como más indefinido el número de perdices y de barcos.
Al tratar un nombre común como si fuese propio:
del alto Duero, primavera tarda. (A. Machado)
Es frecuente la omisión de la preposición que une a dos nombres dentro de un SN; pero, muchas veces, se trata de un vulgarismo reprobable:
un cacho pan (por de pan); calle Ramón y Cajal (por de Ramón y Cajal).
En el SN, el nombre aporta el significado léxico fundamental; los determinantes y los términos adyacentes, lo delimitan o lo complementan.
Es raro el nombre que sólo tiene una significación (elefante, Nueva York, cigarrillo); en ese caso, se dice de él que es monosémico.
Más frecuente es que posea dos o más significados (operación financiera, matemática, quirúrgica, etc.; hoja de árbol o de papel); el nombre es, entonces, polisémico. Y el fenómeno por el cual una palabra cualquiera (un nombre, un adjetivo, un verbo o un adverbio) posee más de un significado, se denomina polisemia ("varias significaciones").
Entre los significados de un nombre, alguno o algunos pueden deberse a la metáfora o a la metonimia. Estudiaremos estos fenómenos más adelante. Anticipemos sólo que:- la metáfora consiste en designar una cosa con el nombre de otra parecida: así, a la lámpara de muchos brazos la denominación araña; y a la parte estrecha de la botella, la llamamos cuello;
se produce la metonimia cuando damos a un objeto el nombre de otro que se le asocia naturalmente, que está junto a él o en su contigüedad; los pies de la cama (porque es el lugar en que se colocan los pies de quiens e acuesta); un espada, por "torero" (porque éste emplea la espada), etc.
Desde el punto de vista de la significación, los adjetivos calificativos expresan cualidades del nombre:
una excursión agradable - un viento suave
peligrosa huracanado divertida frío larga, etc. veloz, etc.
Casi todas las observaciones que hagamos para el adjetivo valen también para los participios pasivos, que son las formas que adopta el verbo para funcionar como adjetivo:
Nuestro recordado amigo.
Aquella temida enfermedad.
Se ha dicho que el adjetivo es como el color en la pintura: aporta, efectivamente, los matices a la noción significada por el nombre, y, como veremos, resulta imprescindible en las descripciones.
Un adjetivo puede presentarse con su cualidad pura, ni aumentada, ni disminuida ni comparada: Una excursión agradable. Se dice, entonces, que está en grado positivo. Pero esa cualidad puede aparecer con modificaciones que la cuantifican o la comparan:
Una excrusión muy agradable.
Una excursión escasamente agradable.
Una excursión más agradable que la vuestra.
Una excursión menos agradable que la vuestra.
Existen, pues, dos posibilidades de modificar la cualidad significada por el adjetivo: la de cuantificarla o de compararla. Examinémoslas por separado.
La cuantificación de los adjetivos se realiza normalmente (pero no siempre) por medio de adverbios: muy culto; extremadamente inteligente; demasiado estrecho; ¡es tan alto!; particularmente rudo; terriblemente procaz; excepcionalmente bella.
/No todos los adjetivos admiten cuantificación; es imposible decir, por ejemplo, *ganado muy vacuno; *jarro bastante lechero; *dificultades demasiado financieras; *una reacción extraordianariamente química; *los dientes muy inferiores, etcétera./
Tradicionalmente, se dice que un adjetivo se presenta en grado superlativo, cuando se cuantifica su significado con la máxima intensidad. Ello se logra:
con el sufijo -ísimo: cortísimo, listísimo, bellísima;
con los adverbios muy, harto, bien: muy listo, harto aburrido, bien lento
Pero también producen gradación superlativa otros adverbios: excepcionalmente bella; terriblemente procaz; particularmente rudo; extremadamente inteligente; microscópicamente diminuto; astronómicamente caro; incalculablemente divertido; increíblemente astuto; rigurosamente exacto; especialmente cariñoso; atrozmente cruel; absurdamente confuso.
La lengua no cesa de crear procedimientos para intensificar superlativamente al adjetivo: pedazo de tonto; torpe, más que torpe; ¡qué especie de bruto estás hecho!, etc. Apela también a procedimientos sintácticos complejos; así, las oraciones consecutivas:
Es tan blanco que hace daño a los ojos.
Se puso tan furioso que parecía un demonio.
Cunde hoy, especialmente, el empleo de prefijos, como super- y extra-: superautomático, superpuntual, extraplano.
Hemos citado ejemplos de superlativos absolutos: con ellos, la cualidad del objeto se exalta sin tener en cuenta ningún otro objeto. Pero si decimos que Manolo es el más alto de la clase, ello no significa que sea altísimo: sus compañeros pueden ser muy bajos. Manolo es alto sólo si lo comparamos con los demás alumnos. Esta gradación de alto se denomina superlativo relativo, y se expresa normalmente con el más + adjetivo + de o con el menos + adjetivo + de:
Julia es la más estudiosa de sus hermanas.
Ese sello es el menos valioso de mi colección.
El menos avispado de los niños lo hubiera hecho antes.
El adjetivo, cuantificado o no, se presenta superficialmente en dos tipos de construcciones principales:
Formando parte del predicado nominal, como atributo unido al nombre por un verbo copulativo:
Carlos es inteligente.
La tarde está lluviosa.
Como complemento adjunto al nombre:
Pon ahí la ropa sucia.
Las motos dieron rápidas vueltas al circuito.
En aposición a un nombre (entre pausas o comas en la escritura):
El niño, perplejo, no supo qué contestar.
Muy digna, Celia se marchó.
Como complemento predicativo. Observemos estos tres ejemplos:
El río viene turbio.
Los asistentes escucharon atentos.
El reo oyó impasible la sentencia.
Podemos ver que el adjetivo se refiere a la vez al sujeto (con el que concuerda en género y número) y al verbo:
El río viene turbio.
Estas oraciones se parecen a las de predicado nominal (El río está turbio), pero se diferencian de ellas en que el verbo no es copulativo: cualquier verbo predicativo admite esta construcción. Y esa función doble de complemento que desempeña el adjetivo, es la que se denomina función de complemento predicativo.
El adjetivo sólo figura en la estructura profunda de las oraciones cuando funciona como atributo, pues, como veremos, una de las reglas para construir el sintagma verbal dice así:
SV verbo copulativo + sintagma adjetivo (SAdj.)
La catedral es antigua.
El teatro estaba lleno.
Los principales verbos copulativos son ser y estar; pero también funcionan como tales ponerse, volverse, quedarse, llegar a ser, llegar a hacerse, etcétera.
Juana se ha vuelto arisca
El dolor llegó a hacerse insufrible.
Pablo se quedará sorprendido.
Su insistencia llega a ser molesta.
/En realidad, todos estos verbos son variantes transformacionales de ser./
En la estructura profunda, nunca un adjetivo se presenta unido a un nombre (casa grande); en cambio, esto ocurre normalmente en la estructura superficial.
Desde el punto de vista de la Gramática generativa, se admite que el adjetivo se une al nombre (delante o detrás de él)por una transformación, mediante la cual una oración se incrusta en otra:
Juan vive en una casa.
La casa es grande.
La segunda, transformándose previamente en oración de relativo, se incrusta en la primera:
Juan vive en una casa que es grande. Juan vive en una casa grande.
Adjetivos especificativos y explicativos (o epítetos)
El adjetivo especificativo va detrás del nombre, y selecciona a éste dentro del grupo a que pertenece:
- Dame el abrigo gris.
Atacaron los soldados valientes.
/Los adjetivos gris, pequeño y valiente precisan de qué abrigo, de qué hermano y de qué soldados se trata, para diferenciarlos de otros abrigos, de otros hermanos y de otros soldados. Sin ellos, las oraciones ofrecerían información incompleta./
En ciertos casos, puede ir delante: escaso (gran, máximo, etc.) esplendor. Suele suceder esto, como vemos, con adjetivos de significación cuantitativa como enorme, mínimo, gran, extraordinario, mayor, etcétera.
El adjetivo explicativo o epíteto va delante, y, en ocasiones, detrás del nombre, y se limita a señalar una cualidad del mismo, sin que sea necesario para diferenciarlo.
Había llovido y nos sentamos sobre la hierba húmeda.
Atacaron los valientes soldados.
Los adjetivos insistente, húmeda y valientes se limitan a añadir una nota ornamental a sus respectivos nombres. Si prescindimos de ellos, las oraciones ofrecerán una información menor, pero no incompleta. Sin embargo, los epítetos resultan imprescindibles en la lengua literaria.
Variedad del epíteto es el llamado epíteto constante, que se asocia de manera fija con ciertos nombres:
blanca nieve, manso cordero, bravo militar, virtuoso sacerdote, etc.
Lejos de enriquecer la expresión, suelen empobrecerla.
Según dijimos, funcionan dentro del SN como un adjetivo. Complementan a un nombre, incrustándose en la proposición matriz detrás de él, mediante uno de los pronombres relativos: que, cual(es) y quien(es): Sus respuestas no me convencieron
que fueron vacilantes
El nombre completado (respuestas) se denomina antecedente.
Como verdaderos adjetivos que son, las proposiciones de relativo pueden ser también especificativas y explicativas.
Las proposiciones de relativo especificativas seleccionan al nombre antecedente dentro del grupo a que pertenece:
Van a arreglar las calles que están mal pavimentadas.
Sólo van a arreglar, pues, algunas calles, porque otras cuentan con buen pavimento.
Las proposiciones de relativo explicativas no seleccionan: se limitan a informar sobre alguna cualidad del antecedente:
Van a arreglar las calles, que están mal pavimentadas.
La proposición adjetiva no selecciona: todas las calles están mal pavimentadas.
/Obsérvese que la proposicióni explicativa va siempre entre pausas (comas en la escritura); y la especificativa, sin ellas./
La proposición de relativo puede insertarse en la oración matriz por medio de una preposición:
Aquel señor con quien hablaba es un vecino.
Ese es el sillón en que solía sentarse.
En algunos casos, el sintagma formado por preposición + pronombre relativo se puede sustituir por adverbios que, en esa función, se llaman adverbios relativos:
donde [= en el que, en la cual]: Esa es la ciudad donde nací.
como [= con el cual]: Ignorábamos la manera como salir de allí.
cuando [= en el cual]: ¿Recuerdas los tiempos cuando nos conocimos?
Por su parte, el adverbio relativo cuanto equivale a lo que: gasta cuanto gana.
Proposiciones de relativo con cuyo
Cuyo (-a, -os, -as) puede introducir también proposiciones de relativo, pero tiene siempre carácter relativo-posesivo. En la oración:
cuyo indica que el objeto por él determinado (libros) pertenece al antecedente (alumnos). Expresa, pues, relaciones semejantes a las del sintagma preposicional del cual el (o de la cual el, o de las cuales las, etc.).
Cuyo puede construirse también con preposición:
- Se detuvo un coche, / con cuyos faros pudimos buscar el collar.
En muchas oraciones con proposición adjetiva incrustada, no figura expresado el antecedente en la estructura superficial, porque es desconocido, no interesa o se sobrentiende fácilmente:
Quien [= la persona que] bien te quiere te hará llorar.
El que [= cosas en que] quiera hablar, que hable.- Ahora tengo en que {= cosas en que] ocuparme.
De acuerdo con la regla ya estudiada
O SN + SV
el sintagma verbal es uno de los dos constituyentes inmediatos de la oración, caracterizado por la presencia de verbo, que funciona como núcleo de dicho sintagma:
El oleaje / azota las costas atlánticas.
Los bomberos / sofocaron el incendio en pocas horas.
En los sintagmas verbales de estos ejemplos (resaltados en negrita), los núcleos respectivos son azota y sofocaron. En estos ejemplos tales núcleos van acompañados de complementos, que ya estudiaremos.
Según ya sabemos, el SV constituye el predicado de la oración. De ahí que podamos llamarlo también sintagma predicativo (SPred.). Semánticamente, manifiesta algo a propósito del sujeto o SN que, en la estructura profunda, figura a su izquierda:
El autobús ha atropellado a un peatón.
El oro es un metal.
Las flores se han puesto mustias.
El lobo aulló.
Toda forma verbal, bien simple (recibió), bien compuesta (había recibido), está constituida por un lexema, que aporta el significado del verbo (recib-) y dos morfemas que lo acompañan, por delante (había) o por detrás (-ió, -ido), los cuales aportan informaciones muy variadas: número, persona, tiempo, modo y aspecto.
Los morfemas que pueden ser desinencias (-o, -as, -a; -amos, -áis, -an), sufijos (-ar, -er, -ir; -ado, ido; -ando, -iendo) o verbos auxiliares (haber, empezar a, echarse a, etc.), se acogen bajo la denominación global de Auxiliar.
De ese modo,
Verbo (V) Auxiliar (Aux) + Lexema Verbal (Lex V); expresado gráficamente:
/La colocación del Aux delante del Lex V es convencional, ya que en la superficie, unas veces va detrás (recib-ió) y otras delante y detrás ()he recib-ido./
Hemos visto que había formas verbales dotadas de desinencias: recib-ía, -ías, -ía, -íamos, -íais, -ían, y otras, de sufijos: recib-ir, recib-iendo, recib-ido.
Las desinencias informan de la persona (recibí es 1.a persona; recibíais es 2.a persona, etc.), y también del número, el tiempo y el modo. En cambio, los sufijos verbales no informan de tales cosas.
Llamamos a las formas dotadas de desinencias, formas personales del verbo; y a las que llevan sufijos verbales, formas no personales.
Las formas no personales son el infinitivo (recibir), el gerundio (recibiendo) y el participio (recibido).
Las formas verbales o desinenciales, hemos dicho, informan también del número (recibí, singular - recibimos, plural) y de otras significaciones típicamente verbales, como son el tiempo y el modo.
En efecto, recibo señala tiempo presente; recibí, pasado, y recibiré, futuro. Tales formas, pues, mediante las desinencias, explican el tiempo (presente, pasado / pretérito y futuro). En los tiempos compuestos, son las desinencias del verbo auxiliar las que aportan la información temporal (hab-ía recibido; hab-ré recibido).
Comparemos estas oraciones:
I. Felipe ha venido hoy. II. Felipe tal vez venga mañana.
III. Felipe, ven mañana.
En I, el hablante es neutral ante la acción: se limita a expresarla sin que su subjetividad intervenga para nada.
En II, el hablante interviene subjetivamente: presenta la acción como probable en su opinión.
En III, también participa activamente, expresando su voluntad de que se cumpla la acción.
Estas tres posturas o actitudes del hablante ante la acción se manifiestan mediante las desinencias, dando lugar a otros tantos modos verbales:
Indicativo o modo que no expresa intervención subjetiva del hablante.
Subjuntivo o modo de la participación subjetiva del hablante (que, con él, manifiesta incertidumbre, deseo, temor, finalidad, etc.).
Imperativo o modo de la imposición de la voluntad del hablante.
Una forma verbal no sólo explica el tiempo, según veíamos, sino que también lo implica. Queremos decir con ello que informa sobre el desarrollo interno de la acción.
En efecto, el verbo, en la oración Felipe ha venido hoy, además de expresar tiempo pasado, indica que la acción de venir está acabada. Dicho de otro modo, ha venido implica el final de la acción. En cambio, en la oración Felipe ya vivía entonces en Madrid, el verbo expresa también tiempo pasado; pero no implica el final de la acción: Felipe puede seguir viviendo en Madrid.
Llamamos aspecto a una categoría gramatical de las formas verbales, que les permite informar sobre el proceso interno de la acción, con independencia del tiempo en que esta se sitúe.
Las formas simples de la conjugación (excepto canté) expresan aspecto imperfecto (= acción no acabada):
- Estudio C.O.U. Iremos a nadar. Venga a casa.
Las formas compuestas (a las que se incorpora canté) expresan aspecto perfecto (= acción acabada):
- He comprado pan.
El lenguaje está estructurado en todos sus niveles. Y se estructura mediante oposiciones: las formas se enfrentan o se oponen entre sí. Vamos a ver de qué modo se estructuran las formas verbales. Separaremos por ello las formas no personales, opuestas a las personales porque no expresan persona. Y, dentro de las personales, distinguiremos luego las simples de las compuestas.
La primera oposición es, pues:
Formas no personales / Formas personales.
Las formas no personales simples son:
Infinitivo: estudiar.
Gerundio: estudiando.
Participio: estudiado.
Podemos establecer entre ellas la siguiente oposición infinitivo / gerundio, participio.
El infinitivo conserva intacta toda su "energía", toda su tensión verbal; por el contrario, el gerundio la ha perdido en parte (aunque conserva otra parte), y el participio la ha perdido totalmente. Por ello, el infinitivo, que lleva la marca [- distensión], se opone a las otras dos formas en bloque, caracterizadas por la marca [+ distensión].
Pero, a su vez, estas otras dos formas, gerundio y participio se oponen mutuamente:
gerundio / participio
Las opone el hecho de que el gerundio no implica el final de la acción (estoy leyendo), mientras que el participio si que lo implica (he leído). El gerundio conserva una parte de tensión: el participio carece de ella.
Podemos, pues, representar la estructura de las formas no personales del verbo, del siguiente modo (E. Alarcos Llorach):Tensión máxima Tensión media Tensión cero
INFINITIVO GERUNDIO PARTICIPIO
O bien de este otro:
Sin distensión |
Con distensión |
INFINITIVO leer |
Sin implicar el final Implicando el final GERUNDIO PARTICIPIO leyendo leído |
Estas oposiciones son de carácter aspectual, no temporal, ya que esas tres formas pueden situarse en cualquier punto de la línea del tiempo.
Ello nos permite explicar por qué el infinitivo interviene en construcciones progresivas, que miran hacia el futuro (Vamos a emprender un viaje. En Quisimos emprender un viaje, el infinitivo apunta hacia el futuro, aunque la acción sea pretérita.). Comprendemos también la causa de que el gerundio funcione para indicar acciones en curso de desarrollo (Vinimos cantando en el autobús. Estamos aguardando a un amigo.). Y la de que el participio, con su tensión cero, exprese acciones acabadas, perfectas (Ya he telefoneado a casa. Eso lo habíamos pensado nosotros.).
Las formas simples españolas son, como sabemos:
- Presente: estudio.
Pretérito imperfecto: estudiaba.
Pretérito indefinido: estudié.
Futuro imperfecto: estudiaré.
Condicional simple: estudiaría.
Presente: estudie.
Pretérito imperfecto: estudiara o estudiase.
Futuro imperfecto: estudiare.
Presente: estudia (tú).
Para establecer el sistema de las formas simples, excluimos el futuro imperfecto de subjuntivo (estudiare), porque ha desaparecido prácticamente del uso. Y también el presente de imperativo, porque tiene un empleo aparte: sólo sirve para mandar; a diferencia de las otras formas, no puede entrar en oraciones enunciativas, ni en interrogativas.
Las siete formas simples restantes presentan, en primer término, una oposición modal: Formas de indicativo / Formas de subjuntivo
estudio, estudiaba, estudié, estudiaré, estudiaría / estudie, estudiara o estudiase
Entre las formas del indicativo, podemos establecer otra oposición de carácter temporal.
INDICATIVO
A su vez, las formas que no expresan pasado se oponen así:
Forma que no expresa pasado ni futuro / Forma que no expresa pasado y sí futuro
estudio / estudiaré
Las que expresan pasado muestran otra oposición:
estudiaba, estudié / estudiaría
/No hay contradicción en el hecho de que la forma estudiaría indique simultáneamente pasado y futuro. En la oración Juan dijo que vendría ayer, el condicional vendría es pasado con relación a nuestro presente; pero es futuro con relación a dijo./
Sólo nos quedan por caracterizar las formas estudiaba y estudié: las dos pertenecen al modo indicativo, y las dos son pretéritos e incapaces de significar el futuro. ¿En qué se oponen, pues? Su oposición no es modal, ni temporal, sino aspectual. La forma estudiaba no implica el final de la acción; estudié sí lo implica.
INDICATIVO
No expresan pasado |
Sí expresan pasado |
No expresa futuro Sí expresa futuro |
No expresan futuro Sí expresa futuro |
PRESENTE FUTURO estudio estudiaré |
No impli- Sí implica CONDICIONAL ca final final IMPER- INDEFI- estudiaría FECTO NIDO estudiaba estudié |
En cuanto a las dos formas simples del subjuntivo, estudie y estudiara o estudiase, su oposición es temporal: estudie no puede indicar nunca pasado, y estudiara o estudiase sí puede indicarlo (me dijo que fuera ayer a verlo.).
SUBJUNTIVO
No expresa pasado |
Sí indica pasado |
PRESENTE estudie |
PRETÉRITO IMPERFECTO estudiara o estudiase |
Las formas compuestas con el verbo haber se oponen en conjunto a las simples porque todas ellas indican aspecto perfecto o acabado. Por lo demás, sus relaciones temporales son aproximadamente las mismas.
Así, habré estudiado, por ejemplo (Cuando llegues, ya habré estudiado la lección.), se comporta de modo parecido a estudiaré:
y sí expresa futuro (con relación a llegues).
Se diferencian en qué estudiaré no implica el final de la acción, y habré estudiado sí lo implica.
Otras formas compuestas manifiestan, sin embargo, peculiaridades propias respecto de la forma simple correspondiente. Así, mientras estudio no indica pasado, según hemos visto, he estudiado sí que lo indica (Esta semana he ido dos veces al cine.).
Vimos también que estudiaba no implica el final de la acción, mientras que estudié sí lo implica. Sus formas compuestas correspondientes son había estudiado y hube estudiado, que, como sabemos, son perfectas (implican ambas el final de la acción).
Vimos que el infinitivo forma muy raramente oraciones independientes por sí solo (¡A callar!; ¿Mentir yo?). Más raras son aún las oraciones formadas por el gerundio. Prácticamente, sólo se emplea en ciertas oraciones que van al pie de fotografías o cuadros:
Los novios saliendo de la iglesia.
David dando muerte a Goliat.
Pero, también como en el infinitivo, el gerundio constituye oraciones independientes, mediante perífrasis que forman con la ayuda de ciertos auxiliares: estar, ir, venir, andar, continuar, seguir, proseguir, etcétera.
Está lloviendo.
Continuó trabajando.
Elena seguirá descansando.
Siempre anda metiéndose en todo.
Por supuesto, las perífrasis pueden aparecer en proposiciones dependientes:
- Aunque siga afirmando eso, no lo creas.
2.a: en proposiciones que complementan a un nombre
El gerundio puede funcionar como núcleo verbal de proposiciones complementarias de un nombre o de un pronombre. Éste puede ser:
El sujeto de la oración:
El presidente, considerándose desobedecido, dimitió.
Yo viendo tal desorden, me marché.
El complemento directo de la oración (si es nombre animado: de persona o animal):
Encontraron al niño durmiendo en el suelo.
He retratado a mis primos nadando en la piscina.
En este último uso, el gerundio puede prestarse a equívocos:
He visto a tu padre paseando. /¿Quién paseaba, yo [sujeto] o tu padre [compl. dir.]?/
NO debe usarse este gerundio cuando el complemento directo es un nombre inanimado:
*Detuvieron un camion transportando explosivos. Mejor: que transportaba.
*Descubri una caja conteniendo joyas. Mejor: que contenía.
AUNQUE el complemento directo sea un nombre animado, no debe usarse el gerundio si significa acción permanente:
*Tienen un perro siendo cojo. Mejor: que es cojo.
*Necesito una asistenta sabiendo guisar. Mejor: que sepa.
*Hay muchas personas llevando el mismo apellido. Mejor: que llevan
Se considera también incorrecto el gerundio cuando complementa a nombres que no son ni el sujeto ni el complemento directo:
*Disparó un tiro a un jabalí [compl. indir.] saliendo [= que salía] del bosque.
*El orador fue un diputado [atributo] hablando [= que hablaba] con torpeza.
*Montamos a un autobús [compl. circunst.] dirigiéndose [= que se dirigía] a Cuenca.
3.a:en proposiciones circunstanciales
Efectivamente, el gerundio constituye también proposiciones subordinadas, circunstanciales o adverbiales, que se integran en una oración compuesta. Y sus contenidos semánticos son diversos:- Corriendo un poco, alcanzarás el tren. [Condicional: Si corres.]
Enojó a todos, riéndose así. [Causal: porque se rió así.]
Viniendo a casa, me han dado esto. [Temporal: Cuando venía a casa.]
Ponlo en marcha accionando esta palanca. [Modo]
Aun diciéndolo tú, no te creo. [Concesiva: Aunque lo digas tú.]
Obsérvese que, en todos estos ejemplos, el sujeto del gerundio desempeña también una función (la de sujeto o no) en la oración principal. Así, el sujeto de corriendo (tú) es también el sujeto de alcanzarás (tú). El sujeto de Viniendo a casa (yo) es el complemento indirecto (me) de la oración principal. Pero ocurre a veces que la cláusula de gerundio es completamente autónoma. Vamos a verlo.
4.a: en cláusula absoluta
Cuando el sujeto del gerundio es una persona o cosa que no están presentes (con presencia real o sobreentendida) en la oración principal, ese gerundio forma cláusula absoluta.- En sonando el reloj, saldremos a la calle. [Cláusula temporal]
(El sujeto de sonando es reloj, al que no se alude en la oración principal (saldremos a la calle).
Estando todos los vecinos en casa, el portero cerró el portal. [Causal.]
No acordándose aquello, ¿qué hacía yo allí? [Condicional: Si no se acordaba.]
(El sujeto de acordándose es aquello.)
Salvo el giro en + gerundio, que aparece en el primer ejemplo, estas construcciones absolutas son más frecuentes en la lengua escrita que en la oral.
El gerundio, en cualquiera de las funciones que acabamos de describir, expresa una acción:
simultánea de la acción principal: Me fatigo subiendo escaleras.
anterior a ella: Yo, tomando carrerilla, salté la tapia.
Según ya advertimos, resulta inelegante, y conviene evitarlo, el gerundio cuando su acción es posterior a la acción principal:
Me caí por la escalera, rompiéndome la pierna.
Montamos en el coche, dirigiéndonos seguidamente a Tacoronte.
Sufrieron asedio, rindiéndose a los quince días.
(Conviene decir: y me rompí / y nos dirigimos / y se rindieron.)
Gerundio compuesto: habiendo estudiado
El participio (estudiado), forma totalmente distensa, impone su distensión al gerundio compuesto: habiendo estudiado.
Nunca forma oraciones independientes. Entra en cláusulas subordinadas en las que indica que su acción, ya acabada, es anterior a la del verbo principal:
El tren habiendo silbado dos veces arrancó. [Compl. del sujeto.]
Habiéndote esforzado un poco, habrías aprobado. [Circunst. condicional: Si te hubieras esforzado.]
Habiendo dado las doce, se acostaron. [Cláusula absoluta de tiempo.]
El participio: estudiado
Ya sabemos que forma los tiempos compuestos, con carácter estrictamente verbal: he mirado, habré hecho, etc.
Pero puede completar a un nombre, exactamente igual que un adjetivo, concordando con él en género y número:
Los periódicos publicados hoy nos traen la noticia.
Fuimos por una carretera inaugurada hace poco.
Sólo se alimentaban de patatas cocidas.
[Obsérvese que, a pesar de su carácter adjetivo, conserva la facultad de llevar complementos estrictamente verbales: hoy y hace poco.]
Carácter preferentemente verbal tiene el adjetivo cuando constituye cláusulas con su propio sujeto, es decir, cláusulas absolutas, que pueden funcionar:
Como complemento del sujeto de la principal:
Juan deambulaba, el gesto cansado, por las calles.
El toro, abiertos bien los ojos, arremetió contra el torero.
En estos casos, son simultáneas las acciones del participio y del verbo principal.
Como proposiciones subordinadas circunstanciales, dentro de la oración compuesta:
Acabada la función, cerraron el cine. [de tiempo]
Decidido ya eso por vosotros, me marcho. [causal: me marcho porque habéis decidido eso.]
Gastada esa agua, no podremos ni beber [condicional: Si se gasta.]
Indica siempre acción anterior a la principal. Esa anterioridad puede subrayarse con adverbios o locuciones adverbiales de tiempo como apenas y una vez.
Forman el agua dos volúmenes de hidrógeno y uno de oxígeno.
Ya hemos señalado que la forma no marcada estudio puede ocupar el lugar de la marcada estudié, funcionando con valor de pretérito. Para que esto sea posible, se requiere que otros elementos de la oración (o la situación misma) marquen con claridad que nos estamos refiriendo al pasado; de lo contrario, se produciría confusión:
Bartolomé L. de Argensola nace en 1562.
Castilla vive muy inquieta bajo el reinado de Juan II.
Suele llamarse al presente, en estos empleos, presente histórico; pero este término no debe hacernos creer que se usa sólo en los libros de historia: lo empleamos en la conversación ordinaria:
No quería verlo, pero ayer, apenas salgo a la calle, me lo encuentro.
Y entonces, un individuo se sale de la fila y se cuela.
Tiene también valor pretérito el denominado presente de conato, con el cual se expresa acción pasada que estuvo a punto de producirse y no se produjo. Va precedido de locuciones adverbiales como por poco, a poco más, a poco:
- Por poco me caigo.
El presente histórico sirve, tanto al hablar como al escribir, para hacer más vivos los relatos, acercando ficticiamente el tiempo pasado al actual. Diestramente usado, evita la monotonía que causa el empleo exclusivo de formas pretéritas, alternando con ellas y dando lugar a una agradable variación retórica. Naturalmente, abusar de él puede producir hastío y resultados artificiosos.
Ya hemos indicado que puede producirse la traslación del presente al valor de futuro. Y ello también cuando el contexto o la situación impiden todo equívoco:
Mañana me examino de Geografía.
- La boda se celebra el lunes en Santa Engracia.
Cuando utilizamos una oración interrogativa para pedir permiso o solicitar una instrucción, el presente es obligado (queda excluido el futuro):
- ¿Abro la ventana?
¿Le entrego el paquete en mano?
También en oraciones interrogativas, puede aparecer esta forma cuando el hablante se pregunta a sí mismo:
- Y ahora, ¿qué hago yo?
¿Cómo salgo de este apuro?
Es capaz de adquirir un fuerte valor modal de mandato, también futuro, sustituyendo ventajosamente al imperativo:
- ¡Tú te callas!
- ¡Te tomas el jarabe, quieras o no!
Precedido de adverbios o locuciones adverbiales como enseguida, ahora mismo, dentro de poco, dentro de un minuto, etc., se emplea el presente para indicar que el futuro es inmediato:
Ahora mismo le escribo.
Dentro de poco estoy ahí.
Si compras diez vasos te regalan [o te regalarán] uno.
El pretérito imperfecto: estudiaba
Esta forma de indicativo expresa, según sabemos, una acción pretérita inacabada o imperfecta: no señala ni el principio ni el fin de la acción:
Entonces, nosotros vivíamos en Segovia.
- El pueblo celebraba sus fiestas.
El imperfecto es un tiempo relativo; queremos decir con ello que normalmente debe ponerse en relación con otras formas verbales para que la oración en que figura posea sentido. Obsérvese los ejemplos anteriores: son oraciones que requieren forzosamente la presencia de otras formas verbales en oraciones o proposiciones vecinas. Así:
No nos enteramos de aquel suceso; entonces, nosotros vivíamos en Segovia.
Cuando llegamos a Peñaranda, el pueblo celebraba sus fiestas.
Ese otro tiempo con que se relaciona puede ser también un imperfecto:
- Cuando vivíamos en Segovia, nos veíamos mucho.
De esa manera, el imperfecto expresa con mucha frecuencia:
- una acción paralela a otra acción paralela:
Yo iba a estudiar allí, pero había mucho ruido.
- una acción continua que es cortada por otra acción:
Cuando me llamaste, estaba dormido.
/La acción dormía es cortada por la acción llamaste./
Dentro de las formas verbales pretéritas, estudié se emplea preferentemente para narrar acciones:
Ayer lo vi, le hablé del asunto y me prometió resolverlo
En cambio, estudiaba es la forma normal en las descripciones.
De ahí su empleo frecuentísimo, en la literatura, para pintar ambientes, paisajes, hábitos y costumbres de personajes, etc., en los que no avanza el argumento de la novela o del cuento. He aquí, por ejemplo, cómo describe Pío Baroja (1904) el patio de una casa pobre madrileña:
Hállabase el patio siempre sucio; en un ángulo se levantaba un montón de trastos.
No hay, pues, más que imperfectos, dado el carácter descriptivo, puramente "pictórico", que Baroja se ha propuesto en ese pasaje. Como contraste, compárese con este otro, del mismo autor, en que domina la intención narrativa (contar cosas) y en el que predominan absolutamente los pretéritos indefinidos:
El joven jaque. saltó al zaguán. Primeramente se acercó al caballo que había traído Fernando, y comenzó a hacer de él una serie de elogios burlones;.
Como es natural, algunos de estos indefinidos (todos, incluso) podrían ser sustituidos por presentes históricos, según hemos visto.
La intención descriptiva y la narrativa pueden entremezclarse dentro de un mismo texto. Así, en el pasaje siguiente:
Fernando, que estaba lívido,.sacó el revólver.
O en este otro, de la misma novela (Camino de perfección, 1902):
Oyó cantar una jota, y después otra y otra., en las cuales celebraban a un señor que vivía enfrente.
Valores trasladados del imperfecto
Son muchos y vamos a limitarnos a los principales:
Imperfecto de apertura. Al comienzo de un relato, abriéndolo, puede aparecer el imperfecto en lugar del indefinido:
Al amanecer de un día de otoño, una barquichuela arribaba a la playa de Laredo.
/En vez de arribaba podríamos haber escrito arribó./
- Imperfecto de cierre. Tras un indefinido o una serie de indefinidos, como variación retórica, un imperfecto puede usarse con valor de indefinido:
Nos anunció su llegada. Efectivamente, diez minutos después aparecía en casa.
Imperfecto de conato. La forma estudiaba aparece desplazada hacia el futuro en frases como esta:
Me encuentran aquí por pura casualidad, porque yo ya me iba.
El hablante enuncia así una intención, una acción futura, próxima, pero aún no realizada.
Imperfecto de cortesía. En frases como:
Quería saber si tenían ustedes bolígrafos como éste.
Su valor de presente es claro:
Imperfecto de contrariedad. Esos imperfectos (sabía, estaba) no se refieren exclusivamente al pasado, pues expresan acciones que continúan ahora. Es otro caso de desplazamiento hacia el presente, aunque distinto del anterior:
Hoy que me sabía la lección, no me la preguntan
Ahora que estaba repuesto de su hepatitis, coge unas anginas.
Imperfecto-futuro, en la apódosis de las condicionales. La relación entre los tiempos de las cláusulas que forman una oración condicional, se establece así:
Si me lo ofrece, yo aceptaré.
Si me lo ofreciera, yo aceptaría.
Pero, en la lengua coloquial, y manifestando mayor vehemencia por parte del hablante (muchas veces, para persuadir al interlocutor), aquella situación cambia de este modo:
Si me lo ofrece, yo acepto
Si me lo ofreciera, yo aceptaba.
En acepto hallamos el presente-futuro que ya conocemos. Aceptaba es un ejemplo de imperfecto-futuro. Insistimos en el carácter coloquial de esas traslaciones.
/La misma posibilidad se produce también en las oraciones concesivas:
Aunque me lo pidiera de rodillas, no me quedaba (por quedaría)./
La oposición estudié / he estudiado
Estas dos formas, el pretérito indefinido y el pretérito perfecto, mantienen entre sí una oposición muy peculiar, única en el sistema verbal español.
En efecto, ambas pertenecen al modo indicativo; y las dos expresan tiempo pretérito y aspecto acabado o perfecto. ¿En qué se diferencian, pues? He aquí la respuesta:
La forma simple estudié expresa una acción realizada en una unidad de tiempo que ya ha pasado para el hablante:
- Ayer estuve a verlo. (La unidad de tiempo ayer ha pasado ya.)
- En la última reunión acordamos eso. (Estamos fuera del tiempo en que se celebró la reunión.)
En febrero faltasteis dos días. (Se entiende que febrero ha acabado.)
Hoy no he leído el periódico. (El día de hoy no ha terminado.)
De ahí que estudié sea compatible con adverbios o locuciones de tiempo que excluyen el tiempo en que se habla:
hace un año, ayer, ayer tarde, anoche, el mes pasado, una vez, etc.
y que he estudiado se combine con adverbios o locuciones temporales como las siguientes, que incluyen el tiempo en que se habla:
En los ejemplos anteriores, existen complementos temporales (esta semana, en mi vida, entonces, una vez, etc.). Pero en las siguientes oraciones no aparecen:
Lope escribió «Fuenteovejuna».
Se nos ha estropeado el televisor
Sin embargo, aunque superficialmente no figuren precisiones de tiempo, el hablante se siente instalado en una unidad temporal, y decide entre estudié y he estudiado del modo como hemos dicho. Así:
en Lope escribió «Fuenteovejuna«, considera acabado el tiempo en que ocurrió la acción de escribir;
en Se nos ha estropeado el televisor, el hablante se sitúa mentalmente en una unidad de tiempo (hoy, ahora mismo, esta mañana, etc.) que aún no ha terminado para él.
He estudiado puede equivaler a un futuro muy inmediato, lo que es imposible con estudié:
- En dos semanas, me he examinado de todo, y tengo el título.
El futuro estudiaré
Indica acción futura respecto del tiempo en que hablamos.
- Que se callen.
en la estructura profunda dependen de otro verbo implícito:
[Deseo / ruego / ordeno, etc. que] salgamos ya.
[Deseo / ruego / ordeno / dile / diles, etc. que] se calle / callen.
Tienen, pues, significado imperativo o exhortativo, pero constituyen un caso particular del subjuntivo subordinado. Observemos que esas formas (estudiemos, estudie, estudien) pertenecen, efectivamente, al presente de subjuntivo.
Recuérdese que al negar el imperativo debemos emplear el subjuntivo:
- Habla / No hables.
- Dormíos / No os durmáis.
- Salid / No salgáis.
Es totalmente incorrecto decir *No hablad / No salid / Na trabajad mañana.
Y, también, que es un vulgarismo usar el infinitivo: *Hablar ahora por Hablad ahora.
No debe olvidarse tampoco que otras formas verbales pueden adquirir significado de imperativo:
- ¡Ahora mismo os calláis!
- ¡Tú te callarás ahora mismo!
- ¡A callar!
- ¡Que te calles!
- Yo, en tu lugar, me callaba, forastero. [Más que un consejo es una orde
n.]
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