Quevedo y su obra; La moral y la sátira; Los sueños y El Buscón; El conceptismo en la lírica
Francisco
de Quevedo y Villegas (
de un escribano real y de una camarera de la reina. Hace los primeros estudios con los jesuitas, y
cursa
Artes, Matemáticas y Metafísica en
Filosofía.
Con el traslado de la Corte, vuelve a
su
carrera
sinsabores. Prepara desde Italia, con sobornos y dádivas ("untando los carros") el nombramiento
de
Pedro Téllez Girón, duque de Osuna
servicio
Pese a su juventud, es ya escritor conocido a los veinte años, pues en 1603 el poeta Pedro
Espinosa hace una antología de los mejores poetas de su tiempo, que publica dos años después
con
el título
codeándose con los ya por entonces famosísimos Góngora y Lope de Vega.
Con la llegada al poder del Conde-duque de Olivares, Quevedo pone su pluma al servicio
de las ideas reformistas que el privado pretende introducir, procurando obtener sus favores y los
con
sumo secreto, en casa
Marcos
de León. De la prisión de
ya muy enfermo, tras la caída de Olivares. Dos años más tarde, en 1645, muere en Villanueva de
los Infantes.
Una figura compleja. Quevedo es, ante todo, un escritor extraordinariamente dotado para
el
dominio de la lengua, la agudeza, el concepto, la figura más representativa
español, estética en la que el talante barroco de una sociedad en crisis se plasma en la búsqueda
de los juegos de ingenio, la sátira, la ironía y la burla. Y es además un intelectual preocupado por
la moral y la política, que mantiene una actitud crítica frente a la sociedad de su tiempo.
Conservador en muchos aspectos y a la vez muy moderno, siempre se siente descendiente
de
los grandes humanistas
también a Epícteto y Focílides, recrea los Trenos de Jeremías y actualiza numerosos epigramas de
Marcial. Logra ver impresa su extensa obra poética, que corrige de forma incansable y que es
publicada por José González de Salas.
En la obra de Quevedo se ve bien la complejidad y enorme versatilidad de su figura. Por
una parte, satiriza los vicios de la sociedad de su tiempo, por otra, en cambio, fuma puros,
convive con una actriz de teatro y, al decir de sus detractores, bebe y juega. Y, habiéndose criado
entre
tías y hermanas, se presenta
contra las mujeres, lo cual no le impide componer una de las mejores colecciones de poemas
amorosos de que dispone la literatura en lengua castellana.
Una extensa obra literaria. Quevedo quiere ser de todo: filósofo, filólogo, teólogo,
político, predicador, etc. Y esencialmente es un extraordinario manipulador de la lengua, genial
escritor que, además, tiene el infrecuente mérito de utilizar esos dones verbales para intentar
expresar
quién es y renovar la sociedad de su tiempo a través
La
obra de Quevedo es muy dilatada y de gran diversidad, pues tanto en verso
prosa cultiva formas y géneros de los más diversos, propios de su época. El único género que
resulta ajeno a su estilo y a su mentalidad es la "novela", aunque cultiva la picaresca, que se
adecúa a su espíritu satírico.
Quevedo y el conceptismo. Esa corriente concede mayor importancia a la significación
de las palabras que a su forma; se basa en la asociación ingeniosa de ideas, que se procura
expresar con el menor número posible de términos. En consecuencia, los recursos más utilizados
son la concisión en la sintaxis, con frecuentes elipsis, sobre todo de verbos; la escasez de
adjetivación; la riqueza léxica basada en los sustantivos, gran parte de ellos polisémicos; la
creación de palabras nuevas a través de los mecanismos de composición y derivación; la
utilización de figuras retóricas basadas en el significado; la antítesis, la paradoja, el equívoco, la
ironía, la paranomasia, etc.; la abundancia de juegos de palabras; el uso de metáforas y
comparaciones, basadas más bien en el significado de sus términos que en la musicalidad o en la
estética.
La obra poética. Francisco de Quevedo, cuya faceta de novelista ya se conoce, es el mejor
representante de esa vertiente poética, con su poesía amorosa, y poesía satírica y burlesca.
Los versos de Quevedo se publican apenas póstumamente bajo el título Parnaso español,
monte en dos cumbres dividido con las nueve musas y Las tres musas últimas castellanas (1648),
aunque
circulan desde fechas muy tempranas en manuscritos y algunas,
letrillas, cantadas. El escaso interés por la publicación de versos es, desde luego, frecuente en la
época. Sus composiciones poéticas pueden dividirse en cuatro grupos:
1. poemas amorosos;
2. poemas metafísicos y filosóficos;
3. poemas político-satíricos;
4. y poemas moral-burlescos (mediante los cuales ironiza sobre los más diversos aspectos:
mitos clásicos, tradiciones literarias españolas, mujeres, amores, costumbres y profesiones de la
época, etc.).
En la obra de Quevedo, genuino representante de la ideología barroca, es constante la
visión
pesimista, desengañada y escéptica
la sociedad y las costumbres de la España de su tiempo.
Los poemas
amorosos incorporan precisamente esa visión pesimista
compone numerosos poemas de amor, entre los que se incluye, bajo el título Canta sola a Lisi y, a
la manera de Petrarca, un ciclo de sonetos dedicados a una dama desconocida.
Por otra parte, Quevedo intenta renovar la lírica amorosa renacentista por
distintas vías, pero en todo caso, es el tratamiento hiperbólico de los motivos amorosos
renacentistas y sus especiales metáforas lo más peculiar de su lírica.
En
los poemas metafísico-filsóficos, Quevedo muestra la vida únicamente
de la muerte, inspirándose en los estoicos, en concreto en Séneca, y en el libro de Job. Los
poemas de esa categoría pertenecen a la poesía frecuente en la época, en la que se medita sobre la
existencia
humana. La brevedad de la vida, la fugacidad
son sus temas más habituales. Y el soneto es la forma más común. Estilísticamente, se busca la
sorpresa mediante comparaciones y metáforas. Véase el ejemplo de ese soneto, que se abre con la
llamada a los de la casa para que se abran, aunque con el sorprendente cambio de casa por vida, y
que casi se cierra con la voz pañales.
En ese otro ejemplo, en que se expone la aceptación tranquila de la muerte, se puede
observar
la diferencia de tono entre el primer cuarteto, en el que se presenta la muerte
aterrador.
Ponemos en lo que sigue también el ejemplo de ese soneto dedicado al editor don José
González
de Salas, en el que se manifiesta el anhelo de la vida retirada
lectura,
con una alabanza de la imprenta y una meditación sobre la fugacidad
En los poemas político-satíricos, Quevedo expresa sobre todo su dolor por la decadencia
de España. En ese extenso grupo, en su mayoría sonetos, el poeta reflexiona sobre las virtudes,
los vicios, la riqueza, los cambios de fortuna, el poder, etc. Especial interés reviste la Epístola
censoria, en tercetos, dedicada al Conde-duque en los inicios de su gobierno.
En ella expone Quevedo los ideales de la regeneración de España a través de la reforma
moral contra los usos y costumbres - las fiestas, las corridas de toros, etc. - de una sociedad que
ha perdido sus antiguos valores. Es, de hecho, una breve síntesis de los ideales reformistas que
afloran en toda su obra.
Poemas moral-burlescos. Quevedo sintió un especial gusto por la sátira, pues en ella
podía desplegar con mayor libertad todos sus experimentos verbales y, a la vez, poner de
manifiesto por medio de la risa los defectos de la sociedad. Cualquier ser, oficio, actitud o
situación puede ser objeto de su sátira, habitualmente compuesta de sonetos, letrillas y romances.
Los temas de sus poemas satíricos son muy variados: las modas, los viejos, los calvos, los
maridos engañados, la tradición clásica, los herejes, los viciosos y, desde luego, cualquier persona
concreta
muestra de su amplísima produccián satírica, donde Quevedo luce todo su talento y sobre todo
todo su humor.
La prosa de Quevedo es muy abundante y variada. Escribió además algunas tradiciones y
numerosas cartas, que son hoy de gran utilidad para conocer ciertos aspectos íntimos de su vida,
y una novela picaresca.
Obras festivas. A ese género pertenecen algunas de sus primeras composiciones, en las
que intenta Quevedo remedar burlescamente informes, pragmáticas, ordenanzas, memoriales y
otros escritos similares. Tuvieron amplísima difusión manuscrita. Las más conocidas son
Capitalaciones
de la vida de la Corte, Cartas
generales y Premática de los poetas hueros. De ésa última ponemos ese breve ejemplo:
"Item. Por estorbar los insolentes hurtos que hacen, mandamos que no se puedan pasar
coplas de Aragón a Castilla, ni de Italia a España, so pena de callar un mes el poeta que tal
hiciere, y si reincidiera, de andar un día limpio".
Las sátiras morales y alegóricas son, sin duda, las piezas narrativas más interesantes que
escribió Quevedo. A ese género pertenecen los Sueños y La fortuna con seso y la hora de todos.
Publicada en 1627, la obra titulada Sueños y discursos, su más notable obra en prosa, está
integrada
de cinco piezas breves escritas en diferentes fechas: El sueño
alguacil endemoniado, El sueño del Infierno, El mundo por dentro y El sueño de la Muerte. En
ellas el autor sueña que se encuentra en el Infierno o en el día del Juicio Final con la Muerte o con
un anciano, o bien que oye a un demonio que está metido en un alguacil. El artificio narrativo
permite presentar un divertido desfile de personajes, "figuras" de todas las épocas y profesiones,
y descubrir cómo es realmente el mundo por dentro. Tras el velo de la risa, se encuentra la visión
ética
y filosófica de Quevedo.
que se inspiró mucho más tarde un cuentecillo sabrosísimo de Guy de Mapupassant:
"Llegó tras ellos un avariento a la puerta, y fue preguntado qué quería, diciéndole que los
Diez Mandamientos guardaban aquella puerta de quien no los había guardado; y él dijo que en
cosa de guardar era imposible que hubiese pecado. Leyó el primero: Amar a Dios sobre todas las
cosas; y dijo que él sólo aguardaba a tenerlas todas para amar a Dios sobre ellas. No jurar su santo
nombre en vano; dijo que él, aun jurando falsamente, siempre había sido por muy grande interés;
y que así no había sido en vano. Guardar las fiestas; éstas, y aun los días de trabajo, guardaba y
escondía. Honrar padre y madre: "Siempre les quité el sombrero". No matar; por guardar esto no
comía, por ser matar al hambre con comer. No fornicar: "En cosas que cuestan dinero, ya está
dicho". No levantar testimonio:
- Aquí - dijo un diablo - es el negocio, avariento; que, si confiesas haberle levantado, te
condenas, y si no, delante del Juez te le levantarás a ti mismo.
Enfadóse el avariento, y dijo:
- Si no he de entrar, no gastemos tiempo".
En La hora de todos, la Fortuna, enviada por Júpiter, hace que, a cierta hora, todo y todos
se
manifiesten
política, con un feroz ataque contra el Conde-duque y sus colaboradores.
Las obras políticas son el grupo más extenso. Entre ellas, las más importantes son Política
de Dios y Marco Bruto.
En Política de Dios se propugna una política cristiana que siga la Biblia (a la que
Quevedo
interpreta
En Marco Bruto, una de sus últimas obras, se glosa el texto de Plutarco que trata de la
muerte
de César y de la conspiración de Marco Bruto. Su interés, aparte
reflexión sobre la tiranía), radica en que la obra está escrita en estilo ático: decir mucho con pocas
palabras.
Quevedo siempre lo había utilizado, pero aquí lo lleva al límite,
"Gastaré pocas palabras, y haré gastar poco tiempo. Este ahorro de tan preciosa porción
de la vida me negociará perdón, si no me encaminare alabanza. Este libro tenía escrito ocho años
antes de mi prisión; quedó con los demás papeles míos embargados, y fueme restituido en mi
libertad. Nada de lo que es mío tiene algún precio; en todo mi propia ignorancia me sirve de
penitencia".
El Buscón. El s. XVII es el segundo Siglo de Oro de la literatura española y, sin lugar a
dudas, la obra más importante de la narrativa de la época es La vida del Buscón llamado don
Pablos, novela picaresca qu escribe Quevedo hacia 1605. Esa novela picaresca circuló manuscrita
y se
publicó en
En ella hace su relato curricular el pícaro Pablos, hijo de un barbero ladrón y de una bruja
celestina.
En
don
Diego Coronel, con quien se hospeda en casa
mata de "hambre imperial".
Más tarde se traslada a la Universidad de Alcalá, donde los estudiantes realizan crueles,
sucias y terribles novatadas, que se relatan en la obra. Tras cobrar la herencia de su tío, el verdugo
de Segovia, que había ajusticiado al propio padre de Pablos, y saber que su madre fue emplumada
por bruja, decide cambiar de nombre y se encamina hacia la Corte de Madrid, para intentar ser
aceptado
Vive una serie de aventuras con personajes de diversa categoría social, entre ellos
caballeros arruinados, clérigos poetas, comediantes y monjas, y decide viajar a América, para
cambiar
de fortuna en las
nos informa que no consigue mejorar su estado, delatando que ello no será posible, pues "fueme
peor,
lugar y no de vida y costumbres".
Aunque comparte muchos rasgos con el Lazarillo, una serie de características diferencian
las
dos obras: Pablos profundiza más en los ambientes marginales que Lázaro; el
protagonista
Buscón no tiene una evolución psicológica, a diferencia de Lázaro; la intención de Pablos no es,
Quevedo
no pretende hacer crítica social. No existe,
personaje
verosímil, con voz propia, que dé una visión
El valor de la novela reside en el ingenio creativo de su autor y en la prodigiosa
utilización del lenguaje.Pues, aunque haya en la obra una intención social, es verdad que no
siempre coherente y clara, su valor reside esencialmente en la palabra. Pese a que, a veces, la voz
del personaje se deja oír, lo normal es que se identifiquen autor y narrador y sea la voz literaria de
Quevedo la que domine, como ocurre en este ejemplo:
"Entramos en casa de don Alonso y echámonos en dos camas con mucho tiento porque
no se nos desparramasen los huesos de puro roídos de la hambre. Trujeron exploradores que nos
buscasen
los ojos por toda la cara, y a mí,
(que,
al fin, me trataban
Trujeron
médicos, y mandaron que nos limpiasen con zorras el polvo de las bocas,
a retablos, y bien lo éramos de duelos".
El estilo de Quevedo. Desde muy joven, Quevedo se enfrenta violentamente a Góngora.
Es, en parte, por una cuestión personal, motivada probablemente por el deseo de superación, pues
ambos parten de los mismos principios lingüísticos: conseguir, por medio de juegos de palabras,
conceptos nuevos. Pero detrás de ello está la propia ideología: Quevedo ve en el culteranismo un
ataque
a la lengua transmitida, una hipocresía lingüística que,
(moda, cosméticos, pelucas, dentaduras postizas, lujos, etc.), oculta la realidad. Y considera que
la
poesía gongorina,
Quevedo utiliza metáforas a la manera cultista ("relámpagos de risas carmesíes"), pero
prefiere, en general, otras fórmulas más económicas para provocar conceptos. Si en prosa tiende a
decir mucho con pocas palabras, en poesía es ése el recurso habitual. De ahí que prefiere recursos
1. la metáfora, que tiende a la personificación o a la cosificación: "En los claustros del alma,
la herida yace callada".
2. los juegos de palabras, por paranomasias: "Una incrédula de años / de las que esconde el
fue en lugar de incrédula de la fe".
3. la polisemia: "largo sólo en el talle", donde largo tiene doble significado: "largo" y
"generoso".
La
originalidad
novedad de las relaciones conceptuales, en la agudeza verbal.
El
conceptismo en la lírica. Además de todas las características
hemos
destacado al analizar la obra de Quevedo, cabe resaltar también otras
características
mismo:
la vertiente patriótico-moral, en la que surge la desilusión barroca
el triste destino de España; la vertiente satírica y jocosa, fustigando los peligros de la ciudad, las
costumbres femeninas, la ambición de poder, etc., que aparece en romances escritos en jerga de
germanía, voluntariamente grotescos, y en la jerga amorosa, continuando el modelo petrarquista,
con singular delicadeza y ternura.
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